viernes, 29 de noviembre de 2013

Alejandro Montoya

Cráneo / Grafito y tinta sobre papel / 133.5 x 98.5 cm / 2013

El destino lo llevó a estudiar en la secundaría el taller de artes plásticas y que su maestra fuera Angélica Arenal de Siqueiros. Ella lo involucró con el muralismo, con el Bosco, lo puso frente a su vocación y le dijo “¿sabes qué? tu deberías ser pintor”. Montoya nació en la Ciudad de México en 1959 y es autodidacta, odia las entrevistas, siempre se viste de negro, no le gustan las cámaras y se interesa por la ciencia, la filosofía y la condición humana.

Cráneo

Los restos de la vida, el despojo de lo que fuimos nos humilla. Esta degeneración es proceso autónomo, una forma de libertad no pedida. Pagamos el precio de existir cuando entramos en el curso implacable de la putrefacción. El cuerpo, la presencia física nos demuestra que nunca fue de nosotros mismos, y se transforma en algo grotesco, grosero y repulsivo para gritar que se ha dejado atrás la carga del ser. Alejandro Montoya crea obras con el estado de degradación como modelo y tema. Detiene la lenta corrupción de los cadáveres, hace que en el estado más degradado del ser exista en una plenitud estética, una belleza abrumadora.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 22 de noviembre de 2013

Miguel Ángel Garrido

A la mesa / Óleo sobre tela / 133 x 130 cm / 2012

Alumno de José Ignacio Maldonado en el Instituto Allende en la carrera de Artes Visuales. Nació en 1982 en la Ciudad de México. Es adicto a la observación del Otro, del que posa, del que vive a su lado. Se interesa por la filosofía, el cine, la estética y habla con pasión de su trabajo. En su casa-estudio convive con sus dos perros que posan con una paciencia que seguramente están consientes de la trascendencia de ese momento.

A la mesa

Esa reunión familiar, es un evento suspendido en el tiempo, está dentro de la memoria de alguien, es un recuerdo que huye y regresa, que se difumina con la recreación. La vida va, las personas cambian y regresaremos a una mesa, a compartir una comida, una tarde con nuestros seres amados. Miguel Ángel Garrido encierra a este instante, entra el día verde, con una ventana al sueño, la conversación entre rumores, la risa que se esparce queda. La escena sucede cíclicamente, la cada vez la retomamos y la hacemos diferente, le aportamos algo, para que el instante sea revalorado. Nostalgia de la sencillez de la vida, nos dimensiona la tragedia de la pérdida, cuando queremos recobrar algo mínimo, vemos lo importante que ha sido.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 15 de noviembre de 2013

Alfonso López Monreal

Ecce Homo / Encáustica sobre tela / 123 x 163 cm / 2013

Nació en Zacatecas en 1953. Su carrera se origina en el Instituto Zacatecano de Bellas Artes, después se fue a Guanajuato a estudiar arquitectura, y la abandonó para iniciar su aventura por el mundo, se fue a San Francisco, California y de ahí a Paris en donde trabajó durante varios años en talleres de gráfica. Emigró a Barcelona y trabajó con Tapies, Joan Hernández Pijuan y se integró al taller de Pascual Fort que se convirtió en su segundo padre. Impartió clases en la escuela Massana de Barcelona. Es miembro vitalicio de la Academia de las Artes de Irlanda.

Ecce Hommo

Una silueta, la flama ceremonial y la cera de la encáustica cruza como una espada. El último de los guerreros espera en el desierto, en silencio, la batalla aun no inicia, pero él ya está preparado. Alfonso López Monreal pinta con ceras y pigmentos, su taller recobra la alquimia de la pintura y los materiales, su sabiduría técnica lo lleva a tomar riesgos, a experimentar para decir con claridad lo que su pintura necesita expresar. En un entorno abstracto, aísla al guerrero en un aura blanca de cera, le da un espacio simbólico que evoca su paz, el silencio del que está consciente de sí mismo. Este guerrero sabe que hay que pelear por el arte.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 8 de noviembre de 2013

Gilberto Aceves Navarro

La Miss con coletas / Acrílico sobre tela / 142 x 122 cm / 2005

La sinceridad es uno de sus principios de vida, dice la verdad con aplomo. Nació en la Ciudad de México en 1931. Su trabajo es imparable, un día hace monotipos, otro día escultura, o pinta su autorretrato: una cabeza con pies. Se queja de su salud, y la verdad es que está entero, inventando y creando. Es como su obra, sin edad, sin tiempo.

La miss con coletas

El juego, la relación lúdica y experimental con la creación es la constante en la obra de Gilberto Aceves Navarro. Sus pinturas no se están quietas, caminan, bailan, se divierten, pelean. Une el color y la dinámica para no dejar inerte cada objeto o personaje en su obra. En esta pintura titulada la Miss con coletas, ella cambia de lugar, presume su peinado, es rosa, azul anaranjada, es niña y es mujer, con zapatos altos. En el fondo cromático late el carácter fugaz de la obra de Aceves. Lo que se mueve, vibra y se fuga está en la obra de Aceves Navarro, en su observación del constante paso del tiempo, de la inestabilidad física y espacial de nuestra realidad.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

lunes, 4 de noviembre de 2013

Maritza Morillas

Rastros del último milenio / Óleo sobre tela / 170 x 130 cm / 2013

El arte es una enfermedad genética entre su familia. Nació en la Ciudad de México en 1969. Se equivocó de carrera cuando se inscribió en diseño en la Escuela Nacional de Artes Plásticas ENAP, así que estudio de oyente, en la clandestinidad, confiesa. Su obra nos confronta y es difícil de exponer y de ver para el espectador que busca visiones agradables. Martiza está consciente pero no deja de ir a esa gran morgue que es la sección de carnes de los mercados para pintar las cabezas, despojos y demás entrañas que son alimento humano.

Rastros del último Milenio

El fin de una era, el anuncio del caos, está presente en cada instante, en el golpe de los hechos que no ceden, que son cada vez más irreversibles. Los restos carcomidos del cadáver de un caballo, símbolo de la guerra, el cielo incendiario, el monumento a una revolución casi olvidada, no es fatalismo, es la coherente sinceridad de lo que estamos viviendo. Maritza Morillas tiene una obra que indaga en la putrefacción social, orgánica y humana, en el despojo del devenir. No le teme al impacto visual, a la impresión del que ve su obra, al contrario, está ahí para obligarlo a ver, a asimilar que hay algo más que no es agradable o fácil.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

José González Veites

Gotas de tiempo / Acrílico sobre tela / 150 x 180 cm / 2013

Rothko, Tapies, Vasareli, desfilan por la entrevista como maestros invisibles. Nació en la Ciudad de México en 1957, en 1977 estudió en la antigua Academia de San Carlos y años más tarde trabajó en España en el taller de Emilio Vedova. Llegó al abstraccionismo a través de la geometría, y rompe esta estructura con el gesto y los raspados a los que somete al lienzo buscando capas de color. Su pintura exige mucha paciencia y él sabe esperar, el tiempo de secado es parte de su cotidianeidad.

Gotas de tiempo

Las capas de color que percibimos en la pintura de José Vietes nos hacen concentrarnos en la superficie pictórica para explorar los tonos que se degradan y surgen en finísimas capas. Contrasta los colores y les da un sitio simultáneo, los hace convivir en la mezcla. Aplica color sobre color, raspa la tela creando efectos ópticos, las tonalidades son inestables y matéricas, se rozan unas con otras y la composición está en la secuencia de capas que permiten una geometría fugaz, que se trasforma con la presencia del color. La pintura se convierte en su propio tema, su calidad, el tiempo del secado, los sucesivos raspados a los que se ve sometida para que las numerosas capas pueden estar presentes es cada ángulo de esta evolución cromática.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

Karima Muyaes

Explosión solar / Pigmentos, arenas y óleo sobre tela / 160 x 240 cm / 2013

Estudió periodismo y se dio cuenta que su vocación eran las artes plásticas. Creció en Azcapotzalco dibujando y rodeada del color y objetos de arte, de máscaras, de arte popular, arqueología, arte colonial, artesanías, las fiestas de los pueblos. Vivió en Canadá y ahí estudió en la Escuela de Artes de Toronto y se especializó en grabado y litografía. La colección de máscaras intervenidas por Karima habitan el estudio, han evolucionado del ritual al objeto artístico, podríamos, como dice Yukio Mishima, pedirles sus confesiones.

Explosión Solar

El color se expande por la tela y la domina, hace que adquiera temperatura, el lienzo se vuelve incandescente. Karima Muyaes plantea una estética orgánica y primigenia, se remonta a esos trazos que le dieron identidad al artista como creador de una realidad nueva que servía de explicación a la realidad circundante. Esta pintura titulada Explosión Solar nos recuerda los ritos de adoración del gran astro que nos ilumina, que propicia la vida, el sol siempre presente, inalcanzable y poderoso. Los ojos que lo miran, los personajes que lo rodean son receptores de su energía, se alimentan de su fuerza. Los dioses siempre son la posibilidad de creación o de destrucción, en este díptico el solo se ubica al centro, desde ahí comparte su potencia para ser adorado.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 11 de octubre de 2013

Guillermo Arreola

Milenio / Óleo sobre tela / 180 x 120 cm / 2013

Es escritor de cuentos y novela, poeta, sus piezas literarias tienen una conexión misteriosa con su obra pictórica, se comunican, comparten atmósferas. Nació en Tijuana en 1969 y vive en la Ciudad de México. Tiene una deuda con el teatro que le inspira y le empuja a crear para el escenario. Adoptó una pequeña perrita que llama Biga, y esta relación le ha tocado fibras emocionales que seguramente veremos reflejada en su obra. Por lo pronto pasean juntos por la colonia Condesa.

Milenio

El lienzo cargado de texturas, de esgrafiados y rayados denuncia arranques de temperamento, la emoción por pintar, por trazar una senda creativa. Guillermo Arreola quiere que veamos cómo vive la pintura, cómo la trata, la relación corporal que tiene con el lienzo. Carga un lado de la composición con tres figuras casi indefinidas, que surgen de una base de tonalidades sobrepone y que rasga para dale al color un sentido sensorial, táctil. La vitalidad del extremo que ilumina con tonos más claros hace del fondo un horizonte. Lo que en la pintura parece accidental es consecuencia de la intensa relación con el trabajo. La violencia de la pincelada o la mezcla del color son posibles porque el pintor se integra con la pintura, existe a través de lo que crea.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

lunes, 7 de octubre de 2013

Blanca Rivera Río

Silencioso beso del fuego / Óleo sobre lienzo / 185 x 270 cm / 2013

Llama a su taller “mi santuario”. Ahí reflexiona en medio de la soledad y hace contacto consigo misma, huye del ruido agobiador de la ciudad, y del caos. Se inspira con la belleza natural y se confianza creyente “agradezco a Dios, todos los días, permitirme amanecer y anochecer en este lugar”. Tiene pasión por la obra gráfica, realiza litografías en gran formato, se desata con las manchas y los contrastes de las tintas. Cuando la pasión del color la inunda escucha una selección musical ecléctica, desde Joan Báez hasta rumba flamenca.

Silencioso beso del fuego

Los colores del desierto, los días ardientes, la temperatura helada de sus noches, el amanecer enfría los tonos y el ocaso los enardece. La pintura de Blanca Rivera Río persigue esos colores y los plasma en el enigma de un paisaje abstracto. No sabe cuántas capas aplica al lienzo para que tenga el estallido del sol y la transparencia del aire. La mirada concentra al centro la fuerza del lienzo. El desierto nos muestra los extremos de la existencia, este díptico lleva en sus tonos esa dualidad que divide a un solo mundo. Cada lienzo tiene una ventana que delimita un espacio simbólico, superpuestas sobre un paisaje que no define, insinúa, menciona. El desierto cambia constantemente, se erosiona, aquí queda suspendido dentro del marco espacial del lienzo.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Jonathan Gómez Reséndiz

Fluido conductor / Óleo sobre lienzo / 125 x 150 cm / 2013

La entrevista es un coro a tres voces con sus pequeños gatos que exigen atención. Nació en 1983 en la Ciudad de México y egresó el 2006 de La Esmeralda ENPEG. Se define como artista orgulloso de saber usar toda clase de materiales. La obra de los artistas conceptuales y de los cineastas se resuelve en base a las habilidades de Jonathan. Su obra pictórica profundiza en el realismo cotidiano, contrasta esto abruptamente con la realización de seres fantásticos para el cine y la publicidad. Prototipos de mutantes, gnomos, y tentáculos casi vivos habitan su estudio.

Fluido conductor

El autorretrato hace que el pintor se observe y se analice como persona y como tema pictórico. Esta inmersión en la apariencia tiene implicaciones internas, el autorretrato refleja tanto que exhibe al artista, lo descubre hasta en lo que oculta. Jonathan Gómez Reséndiz se pinta a sí mismo flotando, en el bienestar amniótico, no vemos completamente su rostro, pero tenemos su presencia corporal. Cada cabello, el agua con sus reflejos inestables y los brazos que flotan están pintados con detalle realista. Jonathan experimenta con la visión de su cuerpo dentro del marco líquido que lo envuelve, el contraste entre el color de la piel y el verde azul. El artista que no quiere salir de un mundo ideal, protector, la pintura como refugio, como útero que alberga.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

martes, 24 de septiembre de 2013

Javier Peláez

Vanitas / Óleo sobre lino / 120 x 80 cm / 2013

Desde niño tomó clases de pintura, estudió arquitectura y dejó la carrera para seguir su vocación pictórica. Se dedicó a pintar “con mucha inocencia, con mucha hambre”. Estudió en el taller del pintor catalán Demetrio Llorden, discípulo de José Bardasano. Admite que la pintura se da después de muchas horas de trabajo. En su estudio, ubicado en una casona antigua, podemos seguir los rastros de sus temas, juguetes, zapatos, papeles reflejantes, entre el orden y las voces de una ópera moderna.

Vanitas

La belleza tiene una jerarquía simbólica dentro de la creación. Está en el universo pero es necesario recrearla para que exista, para que la apreciemos como arte. El vanitas en la pintura nos recuerda que la belleza y nosotros somos efímeros. Un cráneo simboliza esta condición pasajera y las flores representan a la belleza, que es tan frágil como la vida misma. Javier Peláez pinta flores marchitas que brotan de la boca de un cráneo, el contraste de sus colores con los del hueso y el fondo oscuro le da una dimensión más existencial al vanitas, nos expulsa del paraíso y nos envía a la realidad, al inevitable destino que todos tendremos, del que únicamente se libra el arte, porque trasciende, perdura.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

Olga Chorro

Statu Quo? / Óleo y grafito sobre madera / 153 x 94 cm / 2013

Recuerda su educación en el Instinto Cabañas como los años que más disfrutó, pasaba las horas observando los murales de José Clemente Orozco. Indudablemente fue una gran educación. Su conocimiento del arte va más allá de la creación, también trabajó en una galería para aprender algo que ninguna escuela imparte: el mercado de arte. Se involucró en hacer una ficha técnica, una museografía, cómo colgar un cuadro. Vivió un contacto distinto con la obra, desmitificó nombres y valoró otros. Afirma que hacen falta espacios más diversos y más libres de discusión para el arte.

Statu Quo?

En el dibujo están las entrañas de la pintura. Las líneas del boceto sostienen las bases de una pintura. A partir del Renacimiento el dibujo fue considerado una obra autónoma que no necesitaba crecer a otro formato. Olga Chorro toma el lienzo para dibujar en gran formato. Su pintura llamada Statu Quo está resuelta con la noción de la línea, del trazo interno del dibujo. Un hombre rodeado de información se pregunta si este saber nos sirve de algo y si este Statu Quo, debería ser nuestro momento actual y por qué tenemos que aceptarlo así. Con los puños cerrados, conteniendo la ira que niega que las cosas deban de quedarse como están, nos mira, nos cuestiona. Aceptamos lo que vivimos con la impotencia de alcanzar un verdadero cambio.

Periódico intervenido / Grafito sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Ignacio Salazar

Milenio / Óleo, temple y acuarela sobre tela / 100 x 120 cm / 2013

Maestro y gurú de pintores. Guía académico y espiritual. Dirige un taller de pintura dentro de la Escuela Nacional de Artes Plásticas ENAP que es mítico por la exigencia de la enseñanza y por los pintores bien preparados y formados que egresan. Es un privilegio ver el orden y la paz con la que producen sus alumnos, el estado de creación concentrada que inunda la atmósfera.

MILENIO

Pintar puede ser un estado convulso o meditativo. La pintura de Ignacio Salazar indaga en el proceso de concentración que crea inmersión y silencio. En esta pintura hace de la maquinaria de las rotativas de impresión del periódico una investigación estética alrededor de la armonía del movimiento y el mecanismo. Este equilibrio se refleja en la pintura como una prolongación del aislamiento rítmico de lo que funciona, del trabajo metódico. Los colores cálidos nos remiten a la producción, y en una audacia, Salazar hace distancia con la pintura, es testigo de su propia obra y la enfría en un ángulo con hielos que brotan del suelo, azules que calman la fuerza del calor. De nuevo el equilibrio, el balance del peso, la armonía.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 30 de agosto de 2013

Gonzalo García

Autopsia de un país en pedazos / Óleo sobre tela / 80 x 250 cm / 2013

Estudió arte en San Miguel de Allende, Guanajuato, en el Instituto Allende. Se concentró en el grabado y el dibujo. Vive en Querétaro y nació en Puebla en 1985. Se sumerge en las profundidades de imágenes terribles buscando la belleza. Realizó una estancia artística en Suecia y regresó a enfrentarse pictóricamente con la más brutal realidad de nuestro país. Sus pinturas eróticas contrastan con las obras violentas y nos dan dos versiones de nosotros mismos: Eros y Tanatos.

Autopsia de un país en pedazos

Conocemos la terrible realidad de la invasión napoleónica gracias al testimonio de Los Desastres de la Guerra de Francisco de Goya. Sabemos de la pesadilla de la Primera Guerra Mundial con los grabados de Otto Dix. El testimonio de una guerra en una obra de arte es un riesgo y un compromiso. Gonzalo García lleva al lienzo la muerte violenta y la crueldad exacerbada de la llamada guerra contra el narco. Es un ejercicio pictórico, la pincelada hace otra cosa de esta infamia, la replantea, investiga en los matices del rojo, fragmenta el cuerpo y deja los pies y la cabeza separados. El estudio de este cuerpo es el de la guerra misma, es como su titulo lo indica “La Autopsia de un país en pedazos”.

Periódico intervenido / Carbón sobre papel / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 23 de agosto de 2013

Cristina Sandor

Declive / Acrílico, óleo y hoja de oro falso sobre tela / 150 x 480 cm / 2013

Su rostro recuerda a los retratos de Tamara de Lempicka. Nació en 1978 en el occidente de Rumania, en la ciudad de Arad. El amor por un pintor la trajo a Durango y es mexicana por elección. Estudió en la Facultad de arte y diseño de la Universidad del oeste de Timișoara y fue museógrafa. Su relación espiritual con el arte le da fuerza en la férrea disciplina con la que trabaja y la sumerge en la obsesión por perfeccionar su obra. Se acostumbró al clima del desierto y demuestra que el arte es el lenguaje común que une a las personas.

Declive

La riqueza del trabajo y los materiales utilizados en el arte medieval, el detalle de la elaboración de los iconos, altares y vitrales tenían un significado metafísico, y la misión de hacer de la fe una presencia venerable. El oro del fondo de las pinturas simbolizaba la iluminación del ser, la luz que surge de le entrega piadosa. Esta pintura de Cristina Sandor llamada Declive retoma este lenguaje y la cubre completamente de hoja dorada. El brillo está oculto con violencia entre pinceladas ocres, negras y rojas. La iluminación cubierta por la necedad y la ceguera que nos hace insensibles al mundo. Esta abstracción de nuestra desolación, del dolor que nos rodea se sintetiza en una metáfora cromática, en el contraste entre la luz y la sombra, entre la sabiduría y la ignorancia.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 16 de agosto de 2013

Roberto Cortázar

Venus (Número II) / Óleo y punta de plata sobre panel / 151 x 131 cm / 2012

Su casa es blanca, se viste de blanco y tiene dos pequeños perros raza bichon frise también blancos. Es este níveo amiente quirúrgico trabaja Roberto Cortázar. Es pintor precoz, nació en 1962 y estudió en La Esmeralda. Practica la esgrima y es lector de ensayo filosófico. Dice que nunca ve sus entrevistas, no hace autorretratos y pareciera que huye de su imagen en el espejo. De cualquier forma, cada pintura es él mismo, ese rostro masculino es suyo.

Venus (Número 2)

El desnudo se redimensiona y adquiere movimiento. El rostro no es estático, evoluciona. El color y la línea juegan a que nos confunden. Roberto Cortázar experimenta con un lienzo que no es plano, hace que se prolongue tridimensional, que se mueva con tres imágenes diferentes que comparten el mismo espacio pictórico. Esta búsqueda estética lo obliga a fragmentar la imagen para unirla de nuevo dentro de las fronteras del lienzo. Rompe y unifica. El movimiento hace que el espectador no pueda ver desde un solo ángulo a la pintura, hay que vivir este dinamismo con diferentes posiciones en relación al lienzo. El modelo se desdobla, como la personalidad humana. ¿Cuántas personas somos capaces de reunir dentro de nosotros mismos?

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 9 de agosto de 2013

Rocío Caballero

Lección 24: La marcha de los indolentes / Mixta sobre tela / 90 x 160 cm / 2013

Se niega a ser cuota en las exposiciones de pintura “femenina”, dice “yo no quiero entrar en esa categoría, yo no quiero que me clasifiquen”. Se emancipa con su pincelada y no aborda temas de género, pinta desde el lado humano. Egresada de la ENPEG La Esmeralda se decidió por la pintura figurativa cuando la mayoría pintaba abstracto. Hace que sus modelos posen con trajes formales y sentados en caballitos de madera o abrazando osos de juguete: visiones lúdicas de un mundo cruel.

LECCIÓN 24: La marcha de los indolentes

Los personajes de Rocío Caballero desfilan como ratones que siguen al flautista en una fábula moderna. Con una pincelada fuerte, decidida y descriptiva, Caballero pinta a las debilidades humanas de los que son dueños del dinero y el poder, dueños del mundo. El zorro, el pato, el burro, el cerdo, con máscaras son más reales que con su verdadero rostro. Estos personajes son astutos, ladrones, hipócritas en un mundo en el que la simulación es una forma de ser y convivir, de lograr los objetivos evadiendo a la ética, los escrúpulos y la compasión. La pintura los describe como una historia intemporal, podremos pensar que así es hoy, y tenemos la seguridad que así serán mañana, porque el poder nunca se arrepiente de sus abusos.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

sábado, 3 de agosto de 2013

Samuel Meléndrez Bayardo

Homenaje a la memoria / Óleo sobre tela 202 x 172 cm / 2013

El silencio y la luz son los personajes latentes de su obra, que le dan una atmósfera existencial. Nació en 1969 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Recolecta objetos y juguetes en enormes mercados, en su propia convivencia cotidiana y los pinta con detalle en sus lienzos. Pintar es para él “Una gran labor de resistencia y de necedad de todos estos años. De la seguridad de que la pintura se va a mantener como una técnica primordial en el arte”.

Homenaje a la memoria

El silencio y el inexorable transcurso del tiempo son los habitantes de las escenas solitarias de Samuel Meléndrez Bayardo. Estas vistas, estos fragmentos de edificios, cielos, monumentos, son una reunión premeditada que hace el pintor. No existen en una realidad palpable, existen en su pintura. Los recolecta, los ordena y recrea en su lienzo. Estas escenas dan la sensación de ser la conclusión del algo, de una despedida, de una ruptura, de una historia y lo que vemos son los vestigios del tiempo que ha trascurrido. Un par de zapatos viejos en la orilla de un balcón, no sabemos quién los abandonó, y sentimos que alguien se ha ido y dejó ahí un testimonio de su presencia, y algo más, dejó un trozo de su vida, un momento perdido.

Periódico intervenido / Marcador sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

sábado, 27 de julio de 2013

Lucía Maya

El final (The end) / Óleo sobre tela / 126 x 156.5 cm / 2013

Viajera incansable, se va por el mundo buscando escenarios que coincidan con lo que ella inventa e imagina en su pintura. Vive en Guadalajara, Jalisco, y experimenta con técnicas digitales sin abandonar a la pintura y el dibujo. Trabaja en silencio y nunca ha pintado sus sueños, sus imágenes son diurnas y de su interior. Atribuye su intensa actividad a que no tiene un esposo que la distraiga y le quite el tiempo.

El final (The end)

La tierra se une al cielo en un horizonte de luz que resplandece en una lejanía inalcanzable. En este paisaje de Lucía Maya vemos en el primer plano el tronco muerto de un árbol que ha sido sacrificado. El rojo intenso nos delata un incendio, esa criminal practica de quemar los bosques. La presencia de este árbol es la soledad del que sobrevive, el testimonio del héroe vencido. El rojo casi fosforescente vibra como un grito que nadie escucha en la inmensa desolación sin bosque, sin vida. Lucía Maya pinta sobre el tronco a un pequeño pájaro que le hace compañía a este árbol vencido, que le canta a su nido perdido, juntos sobreviven a la tragedia, juntos seguirán en su afán por darnos vida, aunque no merezcamos ese regalo divino.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

sábado, 20 de julio de 2013

Rodrigo Cifuentes

El agua para el molino, para el estómago el vino / Óleo sobre madera / 80 x 120 cm / 2013


Se exilió en la ciudad de Querétaro huyendo del caos del DF. Nació en 1980 y quería ser arquitecto y su abuelo, como la esfinge, le vaticinó que sería pintor. Se reúne con un grupo de colegas, comparten secretos técnicos, experiencias y se critican para mejorar. Con aplomo, dice que pinta lo que quiere: “Tenemos la responsabilidad de ser lo que queremos. Si haces una comisión es porque aceptas, porque te interesa, ya no es necesario ese complacer a alguien más, ya es el capricho del pintor”.

El agua para el molino, para el estomago el vino

El arte deja herencias que toman otras generaciones, y esto hace que la obra adquiera otras dimensiones. Inspirado en José de Ribera y su tenebrismo la pintura de Rodrigo Cifuentes hace de este bebedor un ser siniestro con máscara y corona de flores. Este esperpento que viene del pasado y se actualiza con la careta de plástico y el vestuario está pintado con un cuidado casi neurótico, con barnices impecables y una composición que logra que el brazo del personaje se prolongue fuera del lienzo. La técnicas pictórica de Cifuentes recupera la estética de José de Ribera estudiando el uso de las bases y las imprimaturas, el contraste de la luz unitaria y la oscuridad de las paredes da volumen corporal al personaje, cobrando el protagonismo de una aparición inesperada.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013


sábado, 13 de julio de 2013

Víctor Rodríguez

Giant 10 stripes white / 295 x 198 cm / 2011

Vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York, y nació en la Ciudad de México, en 1970. De vocación voyeurista pinta mujeres que son un arquetipo que se convierte en un pretexto pictórico. Escucha audiolibros mientras pinta y afirma que así se está reeducando. Se sumergió en En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, y ahora escucha ensayo literario. Dice que busca crear un “lenguaje pictórico, universal, muy fácil de absorber y de entender”, que nunca se sintió cómodo haciendo cosas que requerían de una explicación sofisticada.

Giant 10 stripes white

La figura humana es un pretexto para la creación. Al reproducirla esta rebasa su propio origen, su estado inicial y se convierte en otra cosa, en otra idea, es un estado distinto. Las mujeres que Víctor Rodríguez pinta dejan su condición humana, son un vehículo para analizar el color y la forma, para desprender del hiperrealismo a la interpretación y la alteración. Una trayectoria en el gran formato, en el que la pincelada limpia y precisa, con colores violentos y deslumbrantes hace de la realidad una ficción delirante. Fragmenta el color de la imagen, lo aísla, creando dos pinturas dentro de una sola. La presencia femenina es una dualidad que manifiesta la lejanía de la pintura y el realismo fotográfico.

Periódico intervenido / Marcador sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013



sábado, 6 de julio de 2013

José María Martínez

El conejo de Alicia en México / Óleo sobre tela / 127 x 66.7 cm / 2012

Nómada, recolecta a su paso paisajes, imágenes e historias para llevarlas al lienzo. Nació en 1974 en el pueblo de Jilotzingo, en el Estado de México. Sus inicios en la pintura y el dibujo fueron autodidactas y precoces. La enfermedad del cuerpo y de la sociedad le inquietan, pinta mujeres con los senos mutilados por el cáncer o golpeadas por una violencia ya tradicional en la descomposición que nos rodea. En otras ocasiones se detiene en la paz de naturalezas muertas minimalistas: una tortilla, una tuna.

El conejo de Alicia en México


Las fantasías son aplastadas por la crueldad. Una naturaleza muerta evoluciona a metáfora de la de la depredación. En una sociedad en la que sobrevive el más fuerte las victimas ya no evocan la compasión, son trofeos de caza, son evidencias de la fuerza del otro. José María Martínez Hernández cuelga a un conejo y lo despoja de su piel. En un fondo negro la luz rodea la cabeza del sacrificado animal, para que veamos lo que el pintor señala. La pintura se llama El Conejo de Alicia en México, es decir, aquí entre la violencia, la primera víctima son los sueños, las juegos infantiles, la evocación de un mundo de historias sin consecuencias mortales. La pintura cuidadosa de este despojo, de este ser sin vida, es un homenaje a la delicada estructura de nuestra paz.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013



sábado, 29 de junio de 2013

Manuel Felguérez

Sin título (25/12) / Óleo sobre tela / 73 x 116 cm / 2012

Una vida dedicada a la aventura de crear, nació en Zacatecas en 1928. Lo encontramos pintando porque “esperar lo pone nervioso”. Trabajó en decenas de empleos para vivir y llegó a pintar murales gratis. Se dedica por completo a su obra porque su amada Meche le resuelve los trámites de montar una exposición, tratar con los insoportables críticos y hacer relaciones públicas. Está obsesionado con los tonos anaranjados y azules de la Crucifixión del Giotto di Bondone. Se ganó con paciencia la libertad que hoy ostenta en su obra.

Sin titulo 25/12


El color tiene sentido emocional en la narración que hacemos de la realidad, nos lleva a estados de contemplación. En la construcción de las abstracciones de la pintura de Manuel Felguérez participan las transparencias del color, la distribución de las formas y estructuras opacas que crean un equilibrio que nos remite a las entrañas de la pintura, a fragmentos de muros pompeyanos, de las capas de los frescos renacentistas. Felguérez tiene una relación intuitiva con el color, lo deja hablar, entiende su lenguaje, lo escucha y hace que surja como la prosa de un poema. Sus atmósferas pictóricas son temperamentales, impregnan al espectador, y evolucionan ante sus ojos con el mismo ritmo de sus emociones.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013