sábado, 25 de mayo de 2013

Beatriz Zamora

Negro # 9 / Mixta sobre tela / 300 x 150 cm / 1978
Negro # 2977 / Mixta sobre tela / 300 x 150 cm / 2000






Se viste de negro, tiene el cabello negro y en su casa-estudio no hay una nota de color. Su vida es como sus pinturas. Su formación se inició en el muralismo con el maestro José Hernández Delgadillo y en L’École des Beaux Art, en París Francia. No tiene un lugar apropiado para un cuerpo de obra que ha creado incansablemente y sus cuadros están acumulados en una bodega al lado de un deshuesadero de automóviles. Este trabajo está en peligro de perderse. Una historia en la que el dolor y la incomprensión no la detienen de seguir creando.

Negro #9 | Negro #2977


La pintura de Beatriz Zamora es el negro del abismo, es el infinito al que no tenemos acceso. Esa oscuridad rodea al universo y se concentra en el centro de la Tierra, es la paz de los ojos cerrados. El espacio vacío o la nada contenida, en la obra de Beatriz Zamora se materializa con las texturas le dan otra noción al absoluto del negro, lo hacen táctil, el relieve le da anatomía. Su obra está concentrada en crear un paisaje que se sumerja en el interior del que contempla, establece una tensión entre el vacío y lo que nos absorbe, nos traga. Es una voz que se perpetúa en una nota larga que viaja por el universo.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013






sábado, 18 de mayo de 2013

Liliana Mercenario Pomeroy

Los ocho pecados capitales de nuestro milenio / Óleo sobre tela / 120 x 120 cm / 2013

Nació en la Ciudad de México y se refugia en Cuernavaca desde hace 25 años. Su formación es como muralista y más tarde se decantó por el pequeño formato, especializada en óleo, dibujo y grabado. No intenta disimular su amor por la vida animal a los que llama “mis hermanos”. Su entorno es luminoso y subterráneo, reúne la dualidad del Shakespeare de Sueño de una Noche de verano y Macbeth con las contradicciones de Robert Louis Stevenson y Bram Stoker. Crea objetos que acompañan a sus pinturas en el escenario barroco de su vida.

Los ocho pecados capitales de nuestro Milenio


Estamos viviendo la época del relativismo. Olvidamos rápidamente las grandes catástrofes, esperando otra más trágica en una sed morbosa por el espectáculo del desastre. En nombre del progreso todo es válido. Este progreso nos está costando nuestra autodestrucción. Liliana Mercenario Pomeroy con una obra trágica y bella, plantea en Los Ocho pecados capitales de nuestro milenio, la devastación con que castigamos a nuestro planeta. Los vicios modernos han evolucionado, son globales y nos están llevando a la barbarie. Su denuncia de estos nuevos pecados nos involucra a todos. ¿Quién se atreve a decir que es inocente después de ver esta pintura?

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013



sábado, 11 de mayo de 2013

Benjamín Domínguez

Ecce Homo / Óleo sobre tela / 157 x 136.5 cm / 2013

Gran narrador de historias reales o ficticias, seduce con su conversación plagada de los misterios del desierto. Nació en Chihuahua en 1942 y llegó a la Ciudad de México para estudiar pintura en la antigua Academia de San Carlos. Rodeado de su colección de arte y antigüedades, recuerda con sentido de humor los años de estudio y hambre durmiendo en la calle o en el taller de pintura de la escuela. Experto en tatuajes japoneses y en técnicas pictóricas más antiguas.

Ecce Homo


El placer y la violencia comparten la transgresión los límites en la búsqueda del dolor. En la obra de Benjamín Domínguez el placer es la referencia a un cuerpo que hace de sus apetitos un estado de permanente vulnerabilidad. El buey desollado al lado de un hombre que experimenta la tortura, entre la penitencia y la voluptuosidad, la promiscuidad y el fanatismo, es la consagración de sacrificio que purifica. Domínguez aplica hoja de oro en brocados barrocos, explota la parafernalia sadomasoquista y crea atmósferas decadentes, sin tiempo, fetichistas, se hunde en las pasiones de la más oscura naturaleza humana. El buey es un despojo, el ser humano es un despojo después de saciar sus instintos.

Periódico intervenido / Tinta sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013



sábado, 4 de mayo de 2013

Sergio Hernández

Hombre pez / Óleo y arena sobre lino / 150 x 150 cm / 2012

Nació en Huajuapan de León, Oaxaca, en 1957. Su obra ha llamado poderosamente la atención en México y el extranjero y sobre ella han escrito, con entusiasmo, no solo críticos de arte sino también historiadores, narradores y poetas.

Como Alberto Blanco, para quien, a lo largo del tiempo la pintura de Hernández “no ha dejado de rendir homenaje y dar testimonio de aquellas primeras presencias: seres humanos, plantas, objetos y espíritus que poblaron sus primeros años y sus primeros sueños. Allí se abrieron los ojos del pintor al tumulto de la vida”.

Hombre pez


El diálogo entre la naturaleza esencial del ser humano y los símbolos ocultos y primigenios de la cultura popular, se posicionan en el lienzo con tonalidades que surgen del calor del sol sobre la tierra. La pintura de Sergio Hernández es un talismán, es el chamanismo como presencia milenaria en el origen del arte y la síntesis de sus formas narran episodios de una leyenda que no termina de contar. Oaxaca es centro de creación y origen de artistas, es una semilla que se siembra en cada lienzo, que persigue a sus creadores, la pintura de Hernández está impregnada de su tierra y de sus voces.


Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) y madera / 41 x 28 cm / 2013