viernes, 23 de agosto de 2013

Cristina Sandor

Declive / Acrílico, óleo y hoja de oro falso sobre tela / 150 x 480 cm / 2013

Su rostro recuerda a los retratos de Tamara de Lempicka. Nació en 1978 en el occidente de Rumania, en la ciudad de Arad. El amor por un pintor la trajo a Durango y es mexicana por elección. Estudió en la Facultad de arte y diseño de la Universidad del oeste de Timișoara y fue museógrafa. Su relación espiritual con el arte le da fuerza en la férrea disciplina con la que trabaja y la sumerge en la obsesión por perfeccionar su obra. Se acostumbró al clima del desierto y demuestra que el arte es el lenguaje común que une a las personas.

Declive

La riqueza del trabajo y los materiales utilizados en el arte medieval, el detalle de la elaboración de los iconos, altares y vitrales tenían un significado metafísico, y la misión de hacer de la fe una presencia venerable. El oro del fondo de las pinturas simbolizaba la iluminación del ser, la luz que surge de le entrega piadosa. Esta pintura de Cristina Sandor llamada Declive retoma este lenguaje y la cubre completamente de hoja dorada. El brillo está oculto con violencia entre pinceladas ocres, negras y rojas. La iluminación cubierta por la necedad y la ceguera que nos hace insensibles al mundo. Esta abstracción de nuestra desolación, del dolor que nos rodea se sintetiza en una metáfora cromática, en el contraste entre la luz y la sombra, entre la sabiduría y la ignorancia.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

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