viernes, 25 de octubre de 2013

José González Veites

Gotas de tiempo / Acrílico sobre tela / 150 x 180 cm / 2013

Rothko, Tapies, Vasareli, desfilan por la entrevista como maestros invisibles. Nació en la Ciudad de México en 1957, en 1977 estudió en la antigua Academia de San Carlos y años más tarde trabajó en España en el taller de Emilio Vedova. Llegó al abstraccionismo a través de la geometría, y rompe esta estructura con el gesto y los raspados a los que somete al lienzo buscando capas de color. Su pintura exige mucha paciencia y él sabe esperar, el tiempo de secado es parte de su cotidianeidad.

Gotas de tiempo

Las capas de color que percibimos en la pintura de José Vietes nos hacen concentrarnos en la superficie pictórica para explorar los tonos que se degradan y surgen en finísimas capas. Contrasta los colores y les da un sitio simultáneo, los hace convivir en la mezcla. Aplica color sobre color, raspa la tela creando efectos ópticos, las tonalidades son inestables y matéricas, se rozan unas con otras y la composición está en la secuencia de capas que permiten una geometría fugaz, que se trasforma con la presencia del color. La pintura se convierte en su propio tema, su calidad, el tiempo del secado, los sucesivos raspados a los que se ve sometida para que las numerosas capas pueden estar presentes es cada ángulo de esta evolución cromática.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

Karima Muyaes

Explosión solar / Pigmentos, arenas y óleo sobre tela / 160 x 240 cm / 2013

Estudió periodismo y se dio cuenta que su vocación eran las artes plásticas. Creció en Azcapotzalco dibujando y rodeada del color y objetos de arte, de máscaras, de arte popular, arqueología, arte colonial, artesanías, las fiestas de los pueblos. Vivió en Canadá y ahí estudió en la Escuela de Artes de Toronto y se especializó en grabado y litografía. La colección de máscaras intervenidas por Karima habitan el estudio, han evolucionado del ritual al objeto artístico, podríamos, como dice Yukio Mishima, pedirles sus confesiones.

Explosión Solar

El color se expande por la tela y la domina, hace que adquiera temperatura, el lienzo se vuelve incandescente. Karima Muyaes plantea una estética orgánica y primigenia, se remonta a esos trazos que le dieron identidad al artista como creador de una realidad nueva que servía de explicación a la realidad circundante. Esta pintura titulada Explosión Solar nos recuerda los ritos de adoración del gran astro que nos ilumina, que propicia la vida, el sol siempre presente, inalcanzable y poderoso. Los ojos que lo miran, los personajes que lo rodean son receptores de su energía, se alimentan de su fuerza. Los dioses siempre son la posibilidad de creación o de destrucción, en este díptico el solo se ubica al centro, desde ahí comparte su potencia para ser adorado.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 11 de octubre de 2013

Guillermo Arreola

Milenio / Óleo sobre tela / 180 x 120 cm / 2013

Es escritor de cuentos y novela, poeta, sus piezas literarias tienen una conexión misteriosa con su obra pictórica, se comunican, comparten atmósferas. Nació en Tijuana en 1969 y vive en la Ciudad de México. Tiene una deuda con el teatro que le inspira y le empuja a crear para el escenario. Adoptó una pequeña perrita que llama Biga, y esta relación le ha tocado fibras emocionales que seguramente veremos reflejada en su obra. Por lo pronto pasean juntos por la colonia Condesa.

Milenio

El lienzo cargado de texturas, de esgrafiados y rayados denuncia arranques de temperamento, la emoción por pintar, por trazar una senda creativa. Guillermo Arreola quiere que veamos cómo vive la pintura, cómo la trata, la relación corporal que tiene con el lienzo. Carga un lado de la composición con tres figuras casi indefinidas, que surgen de una base de tonalidades sobrepone y que rasga para dale al color un sentido sensorial, táctil. La vitalidad del extremo que ilumina con tonos más claros hace del fondo un horizonte. Lo que en la pintura parece accidental es consecuencia de la intensa relación con el trabajo. La violencia de la pincelada o la mezcla del color son posibles porque el pintor se integra con la pintura, existe a través de lo que crea.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

lunes, 7 de octubre de 2013

Blanca Rivera Río

Silencioso beso del fuego / Óleo sobre lienzo / 185 x 270 cm / 2013

Llama a su taller “mi santuario”. Ahí reflexiona en medio de la soledad y hace contacto consigo misma, huye del ruido agobiador de la ciudad, y del caos. Se inspira con la belleza natural y se confianza creyente “agradezco a Dios, todos los días, permitirme amanecer y anochecer en este lugar”. Tiene pasión por la obra gráfica, realiza litografías en gran formato, se desata con las manchas y los contrastes de las tintas. Cuando la pasión del color la inunda escucha una selección musical ecléctica, desde Joan Báez hasta rumba flamenca.

Silencioso beso del fuego

Los colores del desierto, los días ardientes, la temperatura helada de sus noches, el amanecer enfría los tonos y el ocaso los enardece. La pintura de Blanca Rivera Río persigue esos colores y los plasma en el enigma de un paisaje abstracto. No sabe cuántas capas aplica al lienzo para que tenga el estallido del sol y la transparencia del aire. La mirada concentra al centro la fuerza del lienzo. El desierto nos muestra los extremos de la existencia, este díptico lleva en sus tonos esa dualidad que divide a un solo mundo. Cada lienzo tiene una ventana que delimita un espacio simbólico, superpuestas sobre un paisaje que no define, insinúa, menciona. El desierto cambia constantemente, se erosiona, aquí queda suspendido dentro del marco espacial del lienzo.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013