viernes, 29 de noviembre de 2013

Alejandro Montoya

Cráneo / Grafito y tinta sobre papel / 133.5 x 98.5 cm / 2013

El destino lo llevó a estudiar en la secundaría el taller de artes plásticas y que su maestra fuera Angélica Arenal de Siqueiros. Ella lo involucró con el muralismo, con el Bosco, lo puso frente a su vocación y le dijo “¿sabes qué? tu deberías ser pintor”. Montoya nació en la Ciudad de México en 1959 y es autodidacta, odia las entrevistas, siempre se viste de negro, no le gustan las cámaras y se interesa por la ciencia, la filosofía y la condición humana.

Cráneo

Los restos de la vida, el despojo de lo que fuimos nos humilla. Esta degeneración es proceso autónomo, una forma de libertad no pedida. Pagamos el precio de existir cuando entramos en el curso implacable de la putrefacción. El cuerpo, la presencia física nos demuestra que nunca fue de nosotros mismos, y se transforma en algo grotesco, grosero y repulsivo para gritar que se ha dejado atrás la carga del ser. Alejandro Montoya crea obras con el estado de degradación como modelo y tema. Detiene la lenta corrupción de los cadáveres, hace que en el estado más degradado del ser exista en una plenitud estética, una belleza abrumadora.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 22 de noviembre de 2013

Miguel Ángel Garrido

A la mesa / Óleo sobre tela / 133 x 130 cm / 2012

Alumno de José Ignacio Maldonado en el Instituto Allende en la carrera de Artes Visuales. Nació en 1982 en la Ciudad de México. Es adicto a la observación del Otro, del que posa, del que vive a su lado. Se interesa por la filosofía, el cine, la estética y habla con pasión de su trabajo. En su casa-estudio convive con sus dos perros que posan con una paciencia que seguramente están consientes de la trascendencia de ese momento.

A la mesa

Esa reunión familiar, es un evento suspendido en el tiempo, está dentro de la memoria de alguien, es un recuerdo que huye y regresa, que se difumina con la recreación. La vida va, las personas cambian y regresaremos a una mesa, a compartir una comida, una tarde con nuestros seres amados. Miguel Ángel Garrido encierra a este instante, entra el día verde, con una ventana al sueño, la conversación entre rumores, la risa que se esparce queda. La escena sucede cíclicamente, la cada vez la retomamos y la hacemos diferente, le aportamos algo, para que el instante sea revalorado. Nostalgia de la sencillez de la vida, nos dimensiona la tragedia de la pérdida, cuando queremos recobrar algo mínimo, vemos lo importante que ha sido.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 15 de noviembre de 2013

Alfonso López Monreal

Ecce Homo / Encáustica sobre tela / 123 x 163 cm / 2013

Nació en Zacatecas en 1953. Su carrera se origina en el Instituto Zacatecano de Bellas Artes, después se fue a Guanajuato a estudiar arquitectura, y la abandonó para iniciar su aventura por el mundo, se fue a San Francisco, California y de ahí a Paris en donde trabajó durante varios años en talleres de gráfica. Emigró a Barcelona y trabajó con Tapies, Joan Hernández Pijuan y se integró al taller de Pascual Fort que se convirtió en su segundo padre. Impartió clases en la escuela Massana de Barcelona. Es miembro vitalicio de la Academia de las Artes de Irlanda.

Ecce Hommo

Una silueta, la flama ceremonial y la cera de la encáustica cruza como una espada. El último de los guerreros espera en el desierto, en silencio, la batalla aun no inicia, pero él ya está preparado. Alfonso López Monreal pinta con ceras y pigmentos, su taller recobra la alquimia de la pintura y los materiales, su sabiduría técnica lo lleva a tomar riesgos, a experimentar para decir con claridad lo que su pintura necesita expresar. En un entorno abstracto, aísla al guerrero en un aura blanca de cera, le da un espacio simbólico que evoca su paz, el silencio del que está consciente de sí mismo. Este guerrero sabe que hay que pelear por el arte.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

viernes, 8 de noviembre de 2013

Gilberto Aceves Navarro

La Miss con coletas / Acrílico sobre tela / 142 x 122 cm / 2005

La sinceridad es uno de sus principios de vida, dice la verdad con aplomo. Nació en la Ciudad de México en 1931. Su trabajo es imparable, un día hace monotipos, otro día escultura, o pinta su autorretrato: una cabeza con pies. Se queja de su salud, y la verdad es que está entero, inventando y creando. Es como su obra, sin edad, sin tiempo.

La miss con coletas

El juego, la relación lúdica y experimental con la creación es la constante en la obra de Gilberto Aceves Navarro. Sus pinturas no se están quietas, caminan, bailan, se divierten, pelean. Une el color y la dinámica para no dejar inerte cada objeto o personaje en su obra. En esta pintura titulada la Miss con coletas, ella cambia de lugar, presume su peinado, es rosa, azul anaranjada, es niña y es mujer, con zapatos altos. En el fondo cromático late el carácter fugaz de la obra de Aceves. Lo que se mueve, vibra y se fuga está en la obra de Aceves Navarro, en su observación del constante paso del tiempo, de la inestabilidad física y espacial de nuestra realidad.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

lunes, 4 de noviembre de 2013

Maritza Morillas

Rastros del último milenio / Óleo sobre tela / 170 x 130 cm / 2013

El arte es una enfermedad genética entre su familia. Nació en la Ciudad de México en 1969. Se equivocó de carrera cuando se inscribió en diseño en la Escuela Nacional de Artes Plásticas ENAP, así que estudio de oyente, en la clandestinidad, confiesa. Su obra nos confronta y es difícil de exponer y de ver para el espectador que busca visiones agradables. Martiza está consciente pero no deja de ir a esa gran morgue que es la sección de carnes de los mercados para pintar las cabezas, despojos y demás entrañas que son alimento humano.

Rastros del último Milenio

El fin de una era, el anuncio del caos, está presente en cada instante, en el golpe de los hechos que no ceden, que son cada vez más irreversibles. Los restos carcomidos del cadáver de un caballo, símbolo de la guerra, el cielo incendiario, el monumento a una revolución casi olvidada, no es fatalismo, es la coherente sinceridad de lo que estamos viviendo. Maritza Morillas tiene una obra que indaga en la putrefacción social, orgánica y humana, en el despojo del devenir. No le teme al impacto visual, a la impresión del que ve su obra, al contrario, está ahí para obligarlo a ver, a asimilar que hay algo más que no es agradable o fácil.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013