viernes, 29 de noviembre de 2013

Alejandro Montoya

Cráneo / Grafito y tinta sobre papel / 133.5 x 98.5 cm / 2013

El destino lo llevó a estudiar en la secundaría el taller de artes plásticas y que su maestra fuera Angélica Arenal de Siqueiros. Ella lo involucró con el muralismo, con el Bosco, lo puso frente a su vocación y le dijo “¿sabes qué? tu deberías ser pintor”. Montoya nació en la Ciudad de México en 1959 y es autodidacta, odia las entrevistas, siempre se viste de negro, no le gustan las cámaras y se interesa por la ciencia, la filosofía y la condición humana.

Cráneo

Los restos de la vida, el despojo de lo que fuimos nos humilla. Esta degeneración es proceso autónomo, una forma de libertad no pedida. Pagamos el precio de existir cuando entramos en el curso implacable de la putrefacción. El cuerpo, la presencia física nos demuestra que nunca fue de nosotros mismos, y se transforma en algo grotesco, grosero y repulsivo para gritar que se ha dejado atrás la carga del ser. Alejandro Montoya crea obras con el estado de degradación como modelo y tema. Detiene la lenta corrupción de los cadáveres, hace que en el estado más degradado del ser exista en una plenitud estética, una belleza abrumadora.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2013

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