sábado, 25 de julio de 2015

Alejandro Barrón

El corazón de Venus / Óleo sobre tela / 170.8 x 111 cm / 2015

AGUA

Venus contemplando un caracol, su cuerpo desnudo está cubierto de tatuajes, la diosa a la que Botticelli le dio cuerpo regresa en la pintura de Alejandro Barrón del elemento Agua. Podríamos pedirle que hable, que nos diga de sus aventuras en la profundidad del mar, es tan real la textura de su piel que podemos sentir la humedad de su cuerpo. Tatuada ella misma es un lienzo, esos dibujos e inscripciones la hacen más pagana, el pelo azul, las uñas negras, la rebeldía del erotismo que solo tiene el cuerpo para amar. Alejandro Barrón consigue recrear el Agua desde su dimensión   sensual, desde la virtud del contacto, cuando corre por nuestro cuerpo sentimos que nos ama, que nos acaricia, tal vez sea ésta la Venus que nos toca.




ALEJANDRO BARRÓN

Está tatuado como sus personajes, estudió en la ya transformada ENAP porque era bueno en el dibujo y se especializó en litografía porque su interés estaba en la obra gráfica, no en la pintura. Al principio no le interesaba el desnudo ni la figura humana. La densidad de la pintura llegó después, como una disyuntiva, y se convirtió en una compañera.









Del retrato al ser humano

Ese interés por la figura humana se da a través de los retratos. Comencé a hacer mucho retrato; de hecho, el retrato me gusta, me llama mucho la atención porque entiendes a las personas. A raíz del retrato comencé a trabajar la figura humana completa, no solamente la parte gestual, la anatomía, el interés por los valores tonales; o sea, mi obra se fue dando en un proceso largo.

El desnudo eterno

En primera, el desnudo es atemporal. Eso me llamó la atención porque ya la cuestión de las ropas implica una moda y un tiempo. Sobre todo, la figura femenina es muy diferente. Claro, el hombre y la mujer son diferentes, pero la mujer tiene algo que la hace incluso más atemporal. Así como el retrato, el cuerpo también tiene sus marcas de vida. Las cicatrices, incluso las estrías, la celulitis, los lunares, la coloración de la piel, todo es un camino recorrido.

El desnudo verdadero

A mí me interesa, para empezar, el realismo, siempre fue la parte que más me llamó la atención. Con el tiempo se fue intensificando hasta llegar al grado del detalle, pero un detalle real, no uno idealizado, como pasa actualmente con el hiperrealismo, cuadros muy bien terminados, muy bien acabados pero no son personas reales. Hasta parecen de cera.

Desnudo y belleza

Para mí, la belleza es lo natural, en la naturaleza están los detalles más bellos y hasta en las cosas pequeñas que encuentras. El canon occidental o el canon establecido por la publicidad son cánones nada más. Tal vez algunos se identificarán, pero en mi caso no; para mí eso no es belleza, la belleza es lo que está vivo. El hecho de que un cuerpo esté contrahecho no implica que no sea bello; o sea, es bello por lo que tiene, por lo que carga en sí, eso es lo que a mí me provoca una identificación. El hecho de que esté sucio o que provoque compasión, es más humano. Entonces te identificas, y claro que va a gustar incluso en lo religioso.

El elemento Agua y una Venus posmoderna en El mural del Milenio

La idea del Agua está en ese caracol. El Agua es vital y en este caso la interpreté con el mar, el mar es inmenso, es hermoso, aunque yo no sé nadar pero me gusta esa inmensidad. El ruido, el color… Es como un gigante: puede estar calmado pero al moverse, se mueve todo a su alrededor. En este caso el mar está representado por la figura de una mujer, es una Venus y le pinté los tatuajes para romper con ese clasicismo de las Venus que conocemos. Incluso hasta el siglo XIX siguen siendo muy clásicas, por eso quise que fuera actual, de mi época, no nada más por los tatuajes; incluso aunque fuera la pose clásica, la representa alguien de mi época. No puede ser de otra forma, no puedes sacarlo de otro lado, los tatuajes son el plus, la modelo los tiene, me gustan porque son azules, algunos son marinos y encajan muy bien con el proyecto. Aparte, está el detalle de Hello Kitty, que no es marino pero sí me da esa connotación de lo kitsch que en mi trabajo rompe con la solemnidad que está en muchas de mis piezas pero no es parte fundamental. Me gusta que sea un elemento que rompa. Los tatuajes son otra forma de pintura y el cuerpo es el lienzo. El reto fue dar un equilibrio que no se rompiera por tanto tatuaje o que rayara en lo solemne, sino que puedas admirarlo como un todo. La idea es que fuera una mujer joven, teniendo a la Venus como esa representación de lo erótico, de lo fértil, de la pasión amorosa, no meramente romántica. Es la atemporalidad. Puede ser un tema muy clásico, antiguo, pero encaja muy bien en nuestra época.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 18 de julio de 2015

Barry Wolfryd

Fire Power / Óleo sobre tela / 172 x 122 cm / 2015

FUEGO

Los juguetes y los juegos infantiles son una reproducción del mundo adulto, cada elemento nos entrena y conduce para la vida futura en una inútil preparación, porque a nadie sabe con anticipación cuál es su destino. Barry Wolfryd pinta composiciones con juguetes y hace un análisis social de su entorno, representa al elemento Fuego en una expresión que se prolonga en dictamen de la violencia, Fire gun, define la potencia de un arma. Una pistola, y la víctima, un bebe de plástico, arriba el héroe que recrea a san Jorge y el dragón con un luchador y una lagartija. El color y la reunión de elementos recuerda que la vida es un juego peligroso.




BARRY WOLFRYD

Quería ser cantante de rock, fue hippie en los años sesenta y sobrevivió a los ochenta. Emigró y se nacionalizó mexicano. Su taller en la colonia Roma está en una antigua fábrica. Dibujaba para seducir a sus amigas, hasta que vio que el arte le permitiría comunicar lo que quería decir.











Jugar es peligroso

A lo mejor es un poco junguiano, tiene menos qué ver con la infancia, más bien tiene relación con algo simbólico que representan los juguetes, porque los juguetes son objetos para niños, pero simbólicamente representan muchas más cosas, son valores entendidos.

Confrontación de juguetes

Mi obra está basada en comentarios sociales, en conflictos caóticos de la vida, lo no razonable, cuestiones íntimas, interpersonales. Un día vi a mi hijo que estaba jugando en el piso con su caja de juguetes. Tiene juguetes de dos tipos: unos más orgánicos, más indígenas, hechos de paja, de madera, de barro; y otros que son de plástico con pilas y todo. Ahí hay un encuentro cultural. La primera serie de obras que hice con los juguetes trató de este encuentro cultural de dos mundos. México estaba pasando por la entrada del Tratado de Libre Comercio, a principios de los años noventa, y traté de explicar lo que sentía de esta temática. Siempre he tenido interés en elementos iconográficos, he reunido muchos juguetes que son piezas de hace 40, 50, 60 años que tienen cierta nostalgia agregada. Son imágenes que si estás en Pakistán, en México o Francia, se reconocen estos elementos. Todos hemos jugado con ellos, con muñecas o armas. Preparan a los niños para cuando sean adultos.

Jugar a ser sociales

Creo que cualquier persona que quiere decir algo, comunicar, tocar música, algún compositor, bailarina, busca elementos universales que son el camino más rápido para ser entendidos. Son mensajes directos, todo el mundo reconoce los cubos con el alfabeto o el coche, lo que es muy simplificador. Hace años hice una serie llamada Baby limbo, donde todo era representar niños fuera del alcance, que no tiene franquicia aquí en la sociedad. Usé el muñeco que viene en la rosca de pan y un bebé pelón que compré en el Mercado de San Marcos. Esos fueron los elementos para representar a los niños de la calle. No fue necesario retratarlos, los juguetes se convierten en los niños abandonados.

Jugar con comida

Hoy en día la lata de sopa Campbell’s tiene muchos valores entendidos. Después de 50, 60 años en el ojo del público representa más de lo que es. Cuando yo la usé, ya tenía tanta historia agregada que representaba otro tipo de cosa: las multinacionales, la comercialización de la comida, la forma en que venden, muchísimas cosas que a lo mejor no puedes explicar verbalmente pero que intuitivamente entendemos por completo. Tomé una caja de galletas de animales, puse un juguete —creo que de la marca Plastimarx— e hice una historia de ladrones y policías. El juguete es un ladrón apuntando con una pistola, y se llamaba Asalto a la naturaleza. Eso es lo que sucede si juntas dos cosas que tienen finalidades distintas, dices: “¡Ah!, estamos aquí; eso es por el tema de la naturaleza”.

Jugar con Fuego en El mural del Milenio

Primero fui por una de mis cajas de props y empecé a armar una escultura, pensando en el Fuego que se puede representar de muchas formas, para no tener que ser literal. El término en inglés es Fire Power, que es la potencia de un arma de Fuego, y en inglés tiene un doble sentido. Fire Power es el poder que tiene un cañón, una pistola o un arma. Está en el centro de la pintura, es la pistola de juguete, con un dado saliendo. Toda la propuesta óptica no es exclusiva de la guerra, pero sí de la violencia, de los disturbios sociales. Ahí hay un héroe tratando de rescatarnos de eso y siempre ponemos a los héroes arriba de todo. Trabajé de forma muy intuitiva, porque hacer un elemento más literal habría sido el cerillo que ya no se prendió y nada más está echando humo. Puse la lagartija de hule como si fuera un dragón. Están las víctimas de la violencia y los misiles, las bombas, el blanco que está al pie de un bebé, un pie en el Fuego, en un lugar muy difícil. Hay un obrero tratando de dar palazos a todo para apagar el Fuego pero ¿cómo va a hacer eso?

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

lunes, 13 de julio de 2015

Rocío Coffeen

Fuerza de nadie / Óleo sobre tela / 172 x 132 cm / 2015

AIRE

El Aire, ese elemento inasible, que nos toca, que viaja por el tiempo y el espacio. Rocío Coffeen se convierte ella misma en el elemento Aire, un personaje femenino, su cuerpo son velas flotantes que impulsan una embarcación con extensiones mecánicas, ella o el Aire toca el arpa, da música al movimiento. El mundo que la pintura de Coffeen ha creado rechaza esta realidad elemental, su pintura es cuidadosa, con entrega, hay una obsesión en construir una serie de imágenes que configuren a la existencia en metáforas. El Aire adquiere cuerpo, rostro, Coffeen decide que ella puede ser Aire, puede ser pintura, y puede vivir en un mundo que sólo cabe en su obra.



ROCÍO COFFEEN

El primer maestro fue su padre, a quien observaba mientras pintaba. La dureza de la vida la empujó a inventar un sitio irreal que llevó a la ilustración. Escarbó en su psique para crear un lenguaje cada vez más complejo. Sus personajes habitan en pinturas, dibujos y robots-esculturas.












La pintura en los genes

Fue fácil el primer inicio, cuando decidí que iba a ser pintora no tuve ninguna duda, incluso tenía ocho o nueve años. Mi papá me había regalado un estuche de acuarelas, ya usado, y me dio unas hojas de unas invitaciones, hojas para reciclar. Me acuerdo que aquí en el lavadero hice el trazo de una fachada y tomé el color violeta con un pincel viejito y a la hora de ponerle el tono a la pared de esa casa que hice fue impactante para mí, fue realmente mágico cómo cobró vida un papel en blanco, cómo un cubito de acuarela de no sabía bien qué tono transformó ese espacio en un espacio vivo. Ahí decidí que iba a ser pintora.

Condenada a pintar

Siempre pienso y siento que uno vuelve a sus orígenes, te puedes desviar años, meses, pero siempre regresas a tu esencia. Me acuerdo que cuando tenía 35 años, empecé ya tarde en la pintura, no había dejado de trabajar. Cuando falleció mi papá, yo tenía 21 o 22 años e hice mi primera exposición en la Galería Jorge Martínez de la Universidad de Guadalajara, con unas dieciséis obras. Fue la primera y la última de ese tiempo porque me concreté a trabajar diseñando para sacar a la familia. A los 35 años me vi a mí misma y dije: ¿cuándo vas a pintar? En los ratos de ocio en la agencia de diseño, que realmente eran muy pocos, empecé a dibujar lo mío, a conectarme otra vez con esa parte y fue cuando decidí que tenía que renunciar a un sueldo seguro, a un trabajo seguro.

Irrealidad y psique

Muchas veces me he preguntado cómo salieron mis imágenes. Es evadir la realidad, es fugarme, no estar aquí y crear mi propio universo, donde puede haber seres que parezcan grotescos pero que tienen una belleza increíble. Son las reglas de mi propio juego en mi universo y tratar de compartirlo con otras personas. A muchas personas les hacía ruido y decían: “¿por qué tan oscuro y tan grotesco?” Yo no lo sentía así, ni lo veía así; simplemente era mi visión interna de ese momento en el que creaba o pintaba y me fugaba de la realidad.

Pintar y ser Aire

En ese momento en el que empiezas a pintar y a conectarte con lo que estás haciendo, no quiero usar la palabra mágica porque ya está muy devaluada, pero entras en un estado de trance en el que ni la música escuchas, ni te percibes a ti mismo. Pintar es como si flotaras, como si te salieras de ti y de toda tu realidad, nada más eres tú con el hecho de que estás pintando, enseñando, viendo tu obra, dialogando con tu obra. Se pierde todo, es una sensación muy especial, muy rara.

La profundidad del boceto

Es curioso porque yo había hecho este boceto hace un año, cuando empecé a pensar en cómo resolver un cuadro respecto al tema del Aire. A veces empiezo a incubar las ideas, a imaginar cómo sería. Se sumó la coincidencia que estaba leyendo unos poemas de Octavio Paz y me encuentro con el poema del Aire y me remite a este boceto que había hecho, sobre todo a la última frase que dice “la fuerza que no es de nadie”, y me conecte más con el cuadro, con el proyecto de El mural y con el tema. Cuando hice este boceto navegaba, caminaba por la ruta de la imaginación y me encontré con escenas que no sé de dónde salen pero ahí están. Entonces salió esta imagen y a la hora de plasmarla fue como tomar una fotografía o congelar ese momento dentro de la imaginación, que fluyera, que tuviera Aire, espacio, que viajara. El Aire tiene la energía del movimiento.

La fuerza del Aire en El mural del Milenio

Un personaje va tocando un arpa. En mi imaginación, ese es el sonido del Aire y es la fuerza con la que va guiando el barco que tiene unos captadores de energía que van transformando el Aire en movimiento. Se me hace muy misterioso todo el universo que hay en el mar. Pienso y me he preguntado cómo es que perciben o ven los peces o los seres que habitan en los mares su propio elemento, el Agua, que obviamente no ven o no sienten. Cuando hay corrientes marinas interviene el Aire pero no lo ven, lo sienten. Interactúan con el elemento.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 4 de julio de 2015

Sandra Pani

De ser de Tierra / Óleo sobre lino / 172 x 121.8 cm / 2015

TIERRA

La fecundidad de la Tierra es una característica femenina. En la obra de Sandra Pani su cuerpo es motivo de creación, investigación e inspiración. Consciente de la relación viva que tenemos con la Naturaleza estudia esta comunicación sensorial entra la Tierra y su ser. En su pintura el elemento Tierra es una isla dibujada con la silueta de su cuerpo, Sandra se define como continente y contenido de su psique. Podemos seguir en la pieza sus huellas, las impresiones de sus manos, los colores puros de evocación vegetal. Esa isla que la individualiza, la separa y al mismo tiempo la integra a la naturaleza, un cuerpo en el que circula como clorofila su propia sangre.



SANDRA PANI

Estudió pintura y música, el ritmo emocional, interno, es parte de su lenguaje. Escucha a su obra para saber lo que trató de decirle desde el inicio. Trabaja con materiales naturales como tintas de cochinilla, sedas, mantas, en labores de gran introspección, de silencios.












La naturaleza

Tengo un vínculo muy poderoso con la naturaleza, y desde siempre he sido una observadora de los objetos que me encuentro: las piedras, los huesos. Me asombra profundamente el hecho de cómo todas las cosas vivas se parecen. Es como si la esencia de las cosas se hiciera visible a través de esas similitudes que existen; por ejemplo, muchas semillas me recuerdan la columna vertebral, otras parecen dos pulmones, riñones. Hay una similitud en cuanto a las formas, pero también hay una similitud simbólica y psíquica muy poderosa. Mi estudio está lleno de pequeños objetos que me recuerdan que formo parte de algo más grande, de la naturaleza, del universo.

El cuerpo

Es una armonía total, siento esa conexión por todo el trabajo que he hecho acercándome a la corporalidad desde la experiencia de tener mi propio cuerpo, y qué se siente tener un cuerpo, y, por ejemplo, cómo se vincula con los árboles. Nuestra verticalidad es la verticalidad de un árbol; el tronco del árbol es nuestra columna vertebral; todas las ramas, un árbol bronquial dentro de los pulmones.

Sentir la existencia

Es un estado muy delicado. Creo que la conciencia y la hipersensibilidad son un don, pero también tenemos que aprender a protegernos, porque si estás demasiado abierto a ver ya no puedes caminar, ya no puedes salir al mundo porque hay muchas cosas que te lastiman. Se compensa con la experiencia luminosa, aunque te pueda cegar, pueda ser tremenda. Ese también es el trabajo del artista, debes mantener ese delicado equilibrio, tienes que escucharte.

Análisis interno

Llevo 20 años en análisis junguiano, y tengo un profundo compromiso con mi crecimiento psíquico y personal; ha sido un instrumento maravilloso para el acercamiento de mis imágenes. La mayor parte de mis imágenes viene de adentro, y muchas veces son sueños o imágenes que están empujando y que quieren salir, y no sé ni de dónde vienen, ni qué traen consigo, y esa distancia me permite analizarlas. Bacon decía que los verdaderos artistas eran capaces de ser muy duros con su juicio. Poder juzgar qué tan riguroso eres en tu juicio de la obra. Esto me permite distanciarme formalmente y analizar la obra, y llevarla al punto más alto de equilibrio, de fuerza.

Psique y creación

Trabajo con el sufrimiento encarnado de mi vida personal. Todas estas experiencias dolorosas de desmembramiento las cargo y las deposito en las imágenes, y no desde un punto de vista de regodeo o de morbo de lo doloroso, sino para conocerlo y trascenderlo. Estas imágenes que vienen de lejos, del inconsciente, traen una carga muy poderosa que, en mi proceso personal, es muy importante descifrar. ¿Por qué de repente empiezo a utilizar más un elemento que otro, de qué estoy hablando cuando hago más pulmones o más columnas con manos o trabajo con elementos como nidos o tortugas? Son símbolos que tienen que ser descifrados a posteriori. Tratar de entender me ha abierto a profundizar en la búsqueda de mi identidad, en eso radica la cuestión de usar mi propio cuerpo. Es uno de los detonantes más fuertes: ¿quién soy, qué soy? Mis imágenes son mapas psíquicos de quién soy.

La Tierra en El mural del Milenio

Fue una imagen que salió totalmente intuitiva. He trabajado mucho con la idea del cuerpo-mapa que se va diluyendo y que se vuelve un territorio, un paisaje. Empecé poniendo un cartón de mi propio cuerpo encima del cuadro, la silueta de mi corporalidad, y marqué pequeñas líneas que se convirtieron en raíces. Pensé en la idea de regresar a la Tierra, del entierro, de cuando mueres y te vuelves a integrar a la Tierra. Cuando salió la imagen, utilicé un verde más azuloso, y vino mi hija y me dijo: “mamá, parece el mar, parece un mapamundi”. Tiene una referencia casi invisible de la columna vertebral. El cuadro se llama De ser de Tierra. Mi acercamiento a mis temas es una experiencia muy profunda de convertirme en algo, en Tierra, en árbol, una disolución de mi persona en la Tierra.

Periódico intervenido / Acrílico, grafito en polvo y lápiz de color sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015