sábado, 29 de agosto de 2015

Edgar Cano

Tierra / Óleo sobre lino / 173 x 123 cm / 2015

TIERRA

La Tierra la llevamos en el cuerpo, la vivimos en nuestra memoria, se materializa en nuestros afectos. En esta pintura de Edgar Cano  el cuerpo femenino lleva consigo la esencia de la Tierra como fertilidad, refugio y hogar. El cromatismo de la obra nos acerca al elemento, la habitación y el cuerpo son templo y deidad. Ofrendas con frutos y un cráneo nos recuerdan que es ciclo de la vida y la muerte es infinito, en un ángulo de la pintura hay un pequeño espejo y Edgar Cano recrea el juego de Velázquez y hace un autorretrato que lo involucra en la narración como un testigo, él mismo es parte de ese círculo de la existencia, lo único eterno es el arte.





EDGAR CANO

Lo rechazaron tres veces de la Universidad de Xalapa, no se dejó vencer y demostró que su talento tenía la razón. Se despierta a las 4 de la mañana a pintar, y suspende cuando llegan sus hijas de la escuela, entonces el pintor se convierte en padre. Esta armonía le permite crear obras complejas.









De la gráfica a la pintura

En realidad, yo dibujaba y hacía litografía para no pintar. Siempre he estado evadiendo la pintura porque es muy complejo para mí, me cuesta mucho trabajo. Pero fue afortunado ese ejercicio constante de dibujo y litografía, que llevé durante varios años, porque me dio herramientas muy distintas. Elaboraba una que otra pintura, intermitentemente, en los años de universitario, y al final egresé de la Facultad de Artes como licenciado en Artes Visuales con la opción de Pintura, sin ser tan pintor.

Sufrir y decidir

Definitivamente, el color en la pintura me hace padecer mucho, creo que son los avatares naturales de alguien que crea. Tomar decisiones constantemente no es nada fácil. En la universidad no nos preparan para tomar decisiones, nos dan una técnica quizá, nos enseñan un mecanismo para llevar algo a cabo, pero ya cuando inmiscuyes o insertas algo que no es tan práctico, tan literal, que va más allá, que trae uno en el interior, cuesta más trabajo.

Realismo, no hiperrealismo

Intento hacer que veamos algo como si lo tuviéramos en nuestra realidad, pero lo que pretendo al final, como dice un amigo mío, el escritor Luis Téllez, “es que hay algo en los cuadros de Cano que no encaja”. Entonces sucede que algo está como descompuesto, que si analizas bien el cuadro te puede llevar a otra idea. Me gusta mucho esa parte que no es tan directa pero para encontrarla hay que detenerse también en la obra y analizarla, porque son cosas secretas, juguetonas.

La dificultad de ver

A la mitad de la realización del cuadro pienso en el texto que va a darle nombre o en el título, porque a veces mis títulos son muy largos, son como del tamaño del cuadro, igual de complejos que el cuadro. Me interesa mucho jugar con las conexiones. Lo que estás viendo no es en realidad lo que estás viendo o no es lo que yo pretendo que veas, sino que veas más atrás de eso; es una trampa y no es trompe d’oeil. Me gusta crear algo distinto. Sé que habemos muchos autores, hay una oleada increíble de autores jóvenes, y algunos son amigos míos y tienen toda mi admiración, pero al pintar me interesa tener un conflicto constante conmigo, si no podría parecer que no me dan ganas de levantarme. Tengo tres hijas pequeñas que son el motivo de estar aquí, pintando, creando, enseñándoles cosas, porque ellas viven en este estudio, conviven conmigo. Parte de eso es el conflicto que debo de tener para llegar a acabar. No es que sea un conflicto pero son mecanismos que le dan vida a mi vida, para poder representarla en cierta manera.

El elemento Tierra en El mural del Milenio

Pensando en el ejercicio de esta obra, revisé las ideas que tienen que ver con la Tierra en el simbolismo oriental. Me gustan mucho las obras orientales y quise acercarme a este reto que ustedes me propusieron con una obra que tuviera una simbología mayor a algunos otros cuadros que he elaborado. En este caso, vemos el Agua que es el complemento de la Tierra, y la Tierra es vida a final de cuentas. Si tienes vida es que ya está inmersa contigo la muerte; por eso deposité un cráneo en la charola, en ese espacio donde se conserva la vida. La Tierra es el ente que nos da la fertilidad, por eso desarrollé el personaje que se refleja muy poco en un espejo, el individuo que nos va a otorgar la semilla para darle vida. La mujer es la Tierra, en una dualidad al estar de frente y de espaldas, siendo otra persona. En la pared hago un paisaje porque a veces le hemos metido tantas trabas a la Tierra como individuos, a la Tierra que nos da de comer, que ya sólo podemos verla en nuestros espacios como una vil decoración. Por eso es que este muro, este espacio habitable, está retocado, pintado con un paisaje utópico. Dentro de él hay avecillas de cerámica pero una está rota, una con vida, pero oculta.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 22 de agosto de 2015

Ana López Montes

Agua / Acrílico y pigmentos sobre tela / 170 x 120 cm / 2015

AGUA

Sanación, paz, silencio, abstracción. El elemento Agua es parte de la existencia de Ana López-Montes, es una estancia dentro de su propio ser. Busca las tonalidades del Agua, las que refleja y transforma, que imaginamos, líquido incoloro que se impregna del contenedor. Capa sobre capa, azul sobre azul, el lienzo tiene un movimiento sutil que recuerda Agua lejana. Ana Lopez-Montes pinta una obra abstracta en la que los colores plantean un horizonte inundado, poseído por el Agua, pinta un espacio en el que podemos sumergirnos y meditar, integrarnos al elemento, el cuerpo del Agua está en nuestro cuerpo, somos el líquido, cada molécula nos toca.




ANA LÓPEZ MONTES

El color tiene para ella un significado emocional, onírico, es un lenguaje espiritual. Sueña los colores, dice que “sabe ver el color”, pinta obras abstractas en las que la composición cromática invoque la paz. También trabaja en obra gráfica y monotipos, investigando en otras posibilidades del color.











Desaprender la Escuela de Nueva York

Me enseñaron todo lo que es el arte conceptual; era como hacer que los estudiantes entraran en esa ideología dentro del mercado del arte. Me enseñaron a pensar de diferente forma y no tanto a sentir la materia, a sentir el olor del óleo, hacer la obra y estructurar una composición. Me volvió totalmente de cabeza. Era buscar conceptos y buscar la mejor forma de expresar esos conceptos, escoger el material para transmitir esos conceptos. Finalmente no era nada relacionado con el dibujo ni con la pintura. Hice piezas de sonido, piezas muy cercanas a lo que era la música, muy abstractas. Llegué a México y dije “no es lo mío”, necesitaba moverme a través de la intuición más que con el razonamiento. En el arte conceptual planeas mucho qué es lo que vas a hacer, te despegas, y para mí todo es un evento de meditación conmigo misma, un diálogo que te adentra y no te aleja de lo que quieres decir.

Dentro de sí misma

Lo que buscaba con mi pintura era paz, era aquietar mi mundo, pensar y pensar. Lo que quería hacer llegar al espectador era esa búsqueda y transmitir esa paz. Fue una necesidad después de tener tanto estudio, análisis, tener una forma de ver la obra, más que ver al artista ver el concepto, en qué rama lo metes, que si conozco a tal, las influencias, las críticas de arte. Traté de despegarme de todo eso y buscar realmente qué era lo que necesitaba expresar y esa era la paz. Me enfoqué en buscar una espiritualidad que me calmara, que me llegara al corazón y que sintiera que estaba diciendo algo no solo a quien lo viera sino crear un diálogo en mí, que me sintiera satisfecha de que estaba haciendo algo que valiera la pena.

Más sensibilidad, menos teoría

Eso era lo que me atraía de la época moderna, de Paul Cézanne, de todos los pintores europeos que no se perdían de lo que era real. Estaba un plato de frutas, estaba el paisaje pero podías ver al artista, podías sentir una emoción; podías ver que al escoger la luz sentía tristeza, que sentía alegría o la intensidad con la que quería aprender sobre la naturaleza. El arte necesita sensibilizarse, que el espectador se sensibilice, que pare y sienta; que no nada más esté buscando si este artista conoció a tal y por eso hace este tipo de obra y está dentro de este siglo y lo que pasó en la historia. El arte te involucra en algo emocional que alguien necesita expresar, es como ser vulnerable. Como artista soy vulnerable para que otro escuche.

El elemento Agua es sanación en El mural del Milenio

El elemento significa mucho para mí porque mi trabajo se basa en esos colores, en los azules y sus matices. En el paisaje hay Agua, y hago un esfuerzo para que no sea siempre Agua, pero está muy dentro de mí. Desde muy pequeña tuve ciertas experiencias con el Agua que me marcaron, era algo curativo. Me llené de ronchas y no podía dejar de rascarme, tenía como ocho años; y era solamente mezclar en el Agua una medicina muy olorosa, como a flores, y tres veces al día meter la telita en el Agua y ponérmela en el cuerpo hasta que sanara. Creo que eso me causó mucho impacto. El mar me recuerda eso, un instante, un olor, es muy reconfortante y me lleva a esa paz que necesito. Este proyecto finalmente no era relacionar el Agua con esos colores claros y de transparencia sino ir realmente a lo oscuro, al final del horizonte, donde realmente se ve que algo está pasando pero no lo puedes distinguir y ahí es donde con el sol hay cambios de luz. Lo que quise dar al espectador es ese espacio en el horizonte y traer un poco de materialidad para que no se vaya al fondo, hacia el horizonte, sino que siempre regrese a que es un cuadro. Puedes entrar como en un paisaje, pero esa no era la intención; la intención era poner más frontal lo que es el Agua y alejarse de lo que es un paisaje y volver a regresar a lo que es una obra.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 15 de agosto de 2015

Raúl García Sangrador

El futuro es nuestro / Óleo y diamantina sobre lino / 173.7 x  133.9 cm / 2015

FUEGO

El Sida fue una epidemia social, la peste de los prejuicios y la ignorancia que condenó a muerte a millones de personas. Contagiarse del síndrome de inmunodeficiencia adquirida fue para los verdugos de la falsa moral la oportunidad para castigar, estigmatizar y marginar. Raúl García Sangrador fue testigo de la muerte de sus seres queridos y decidió hacer de su pintura un grito, una denuncia. Estudioso del desnudo masculino, en su obra la austeridad del cuerpo es símbolo, no es un hombre, son todos los hombres. El elemento Fuego es el alma de los que murieron, es la llama de la memoria que emana de ellos, los mitifica, son los héroes de su tragedia.



RAÚL GARCÍA SANGRADOR

Es maestro en la Universidad de Querétaro. Su padre lo inscribió en sus primeras clases de pintura de niño que odiaba pero desataron su curiosidad, ya adolescente se iba de pinta a la Ciudad de México para ver museos y galerías. Habla en sueños con sus amigos perdidos, y los retrata para convocarlos.












Pintar la vida y la muerte

Llegué solo de Querétaro, no conocía a nadie en el D.F. cuando fui a estudiar a la UAM-Xochimilco, y entonces empecé a hacer amistades con las que me sentía completamente identificado, que era la comunidad homosexual en la Ciudad de México. Al principio nos hicimos buenos amigos y después se hicieron mi familia, nos habíamos elegido mutuamente, vivíamos juntos, compartíamos gastos y nos cuidábamos entre nosotros. Fue esencial para entender que yo tenía mucho que decir de lo que ocurría en la comunidad homosexual en el D.F., y lo que a mí me ocurría. El más grande compañero, que era el que cuidaba, el que ponía más dinero, que era el patriarca de la comunidad, la primera vez que lo vi era muy guapo y de pronto empezó a cambiar de una manera muy extraña; empezó su metamorfosis por el SIDA. Eso fue fundamental porque decidí que era muy importante que mi pintura hablara de eso que nos estaba pasando. Porque así como él empezó a morir, después todo el mundo se murió. Soy un sobreviviente de una familia que tenía, no sé, diez, y quedamos dos, por decirlo así. Por terrible u horrorosa que sea la historia siempre debe sobrevivir alguien para contarla.

La figura masculina como denuncia

Es un holocausto silencioso. Llegó el momento en el que dije: ¿por qué tengo que guardar silencio? Sería un error, es dañino para la sociedad, para los que viven con el problema, o que viven cerca de personas que tienen SIDA. En mi pintura, la cuestión del desnudo, de la figura masculina, del homoerotismo es la esencia de mi trabajo. Claro que también no fue muy bien recibido. Es hasta la fecha muy doloroso pero es algo que había que hacer. Hace un par de años se armó un escándalo mediático porque presenté aquí en Querétaro un autorretrato como enfermo de VIH, el Enfermo de SIDA. El ejercicio visual era sencillo: ponerme en los zapatos de alguien en fase terminal y representarme con cierta delgadez. Al principio lo quitaron, que cómo era posible que ahí hubiera un pene; lo pinté arriba de mi cabeza y hablaba de mi homosexualidad. El cuadro trataba de una enfermedad y todo lo que hay alrededor. Al final el cuadro cumplió su cometido porque la gente empezó a ver de qué se trataba. Hasta la fecha es algo que ocupa mi mente en gran medida. Siento que todos estos compañeros siguen aquí, que hablo a nombre de ellos y que hay ocasiones en que ellos me hablan.

El elemento Fuego en El mural del Milenio

Estas figuras representan a dos de los muchos amigos que han muerto por esta enfermedad. Son personas que están cerca de mí, que hablan conmigo; la generación a la cual pertenezco. Tenemos algo común, algo que está en todos nosotros: es que nos cuesta pensar en el futuro. Por muchos años pensé que iba a morir muy joven, casi como todo el mundo que se murió joven. Muchas decisiones que tomé en la vida fueron pensando en que iba a morir pronto, en que no había mucho tiempo. Incluso, dedicarme a la pintura fue muy emocionante. Dije: me voy a lanzar, no me importa. Sigo aquí, no me he muerto y estoy bien, sigo sano, me da mucho gusto poder tener esta situación de vida. Ese papelito dice el futuro es nuestro porque es la suma de todos los que no están y que han formado parte de mi historia. De hecho, es mi mano el espejo. A ellos les ofrezco mis planes para el futuro, los invoco, si yo me pongo frente al cuadro es un espejo y cada vez que yo pongo mi mano aquí, los invoco y me da mucho gusto saber que siempre ellos están aquí con nosotros, conmigo. Es el Fuego del amor, del cariño, del recuerdo, de la pasión, de la emoción de haberlos conocido y que en realidad si no hubiera entrado en contacto con ellos yo sería radicalmente otra persona, hubiera tomado otras decisiones, vería el mundo de otra manera.

Periódico intervenido / Acrílico y diamantina sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 8 de agosto de 2015

Kikyz 1313

Los niños empujan hacia la tumba / Acuarela, grafito y tinta china sobre tabla / 170 x 110 cm / 2015

AIRE

El contraste entre la belleza y el horror, la fragilidad infantil y la violencia de la fantasía. El elemento Aire es un espacio, una frontera entre la existencia y estos niños. Kikyz1313 nos ubica en otra dimensión de las sensaciones, no cree en la idealización de la infancia, ella dibuja con gran detalle, su atmósfera podría ser un cuento de Henry James. Los niños protegen a un perro herido, están perdidos, la vulnerabilidad del perro es la de ellos. El Aire pesa sobre los niños, los aplasta, los tiene prisioneros. Tinta, acuarela, cada cabello está trazado. Kikyz1313 vive inmersa en el dibujo, lo valora como una obra total, traza su destino.




KIKYZ 1313

Estudió en la Universidad de Querétaro pero aprendió a dibujar copiando y observando a Durero.
Su dibujo trata de imitar el grabado, con líneas y puntillismo. Cada obra le exige semanas de trabajo y son pequeñas joyas llenas de belleza y crueldad.










El misterio de la muerte y de la belleza

Creo que el tema de la muerte es un tema que nos interesa a todos los humanos. Precisamente porque es desconocido, empecé a enfocarme en ese lado para intentar entenderlo yo misma. Hay algo que me interesa: analizar este tipo de paradojas entre lo grotesco y lo bello. Entonces es que decido utilizar estas dos cosas para tener mi lenguaje único.

Entre el horror y la belleza

Lo importante de esta relación de los contrarios es llamar al espectador para que se involucre con la obra. Creo que muchas veces es muy fácil tanto en la pintura como en el dibujo mostrar algo que sea explícito. Sin embargo, muchas veces el espectador no se involucra por la misma barrera moral que dice “no quiero verlo, es feo”. Lo que yo busco es totalmente lo contrario, es forzar al espectador para que se involucre con la belleza y que pueda contemplar la belleza innata de cosas que muchas veces rechazamos, como la muerte, la sangre, la enfermedad. El espectador se vuelve cómplice de la apreciación de los objetos.

Inhibidos ante la obra

Creo que la pregunta sería ¿por qué rechazamos estas cosas o por qué las consideramos grotescas? Es algo de lo que me gusta hablar. Analizar por qué las consideramos de esta forma es algo que no sé, si es instintivo o es más bien resultado de alguna barrera moral, social o cultural. Lo importante es ver las cosas por lo que son y dejar a un lado todo tipo de limitantes.

Del pequeño al gran formato

A pesar de que es un formato grande, aun así se siente que es una atmósfera que se genera para la persona. Intenté trabajarlo de la forma en la que trabajo los dibujos pequeños y la experiencia fue muy similar. Al principio pensaba que iba a ser muy difícil pero terminó siendo muy familiar, algo a lo que ya estoy acostumbrada. Lo único que cambió, fueron algunos materiales y el tiempo.

Imaginar y sentir

Son diferentes etapas. Al principio del proceso de realización uno se despega porque lo estás viendo con el fin de producir, de hacer la imagen que quieres. Sin embargo, en el momento en el que estoy dibujando me involucro más emocionalmente con ello porque siento cierta identidad con las cosas que estoy haciendo. A final de cuentas las cosas que hago reflejan lo que soy. La intención de lo que quiero hablar es precisamente cómo es esta relación entre los contrarios; cómo es una poética de la fricción. A partir de esto la idea ya se puede materializar en un papel y después le siguen otros procesos. Siempre estoy influida por muchas cosas, ya sea textos, películas u otros artistas, pero normalmente la idea viene del querer decir algo a través de la imagen.

El elemento Aire en El mural del Milenio

La intención es mostrar al Aire en sus puntos extremos: la existencia del Aire como un medio opresor que está presionando a los personajes y, por otro lado, de forma visual, por la saturación de las líneas y de los elementos. Es la ausencia del Aire, la asfixia. En cuanto a los personajes y sus vivencias, realmente encaja mucho dentro de todo el cuerpo de trabajo que es hacer que peleen estos dos elementos de la belleza y lo grotesco. Los niños están cómodos dentro de su ambiente; es más esa sensación de peligro que ya se la otorgará quien lo observe, pero ellos están indiferentes dentro de su atmósfera. Siento que rechazan el mundo exterior. Quizás el espectador, al estar frente a la obra, sienta que no pertenece a esta escena o puede ser que hasta se identifique. Es muy interesante saber cómo cambia la experiencia de cada quien al momento de realizar la observación. Al recordar la infancia ésta se vuelve algo ideal, utópico, no sabemos realmente qué es lo que vivimos. Los recuerdos son ventanas, son universos personales. El Aire juega un papel importante porque aparte de determinar este tipo de composición también está mostrando el humor.

Periódico intervenido / Tinta china sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 1 de agosto de 2015

Ariosto Otero

Fracking / Acrílico sobre lona de 80 / 172 x 122 cm / 2015

TIERRA

La Tierra da vida y guarda muerte. Fértil sepultura nos integra y nos regresa a nuestra esencia. Ariosto Otero es muralista, hizo del formato monumental una misión para dejarnos arte. En esta pintura el elemento Tierra sangra, brotan los cuerpos que ahí reposan, Mictlantecuhtli el dios de la muerte los deja salir a través de la memoria colectiva y con la sobre explotación de los recursos naturales. Ariosto Otero nos da una Tierra física y metafísica que sufre la especulación, que no veneramos, que saqueamos con industrias. Mictlantecuhtli es testigo de esta agresión y nos da su aviso fatal, herir a la Tierra nos va a extinguir. La Tierra nos dará un sitio en su cuerpo herido.




ARIOSTO OTERO

En septiembre cumple 35 años sobre los andamios, haciendo solamente muralismo. Domina las distintas técnicas para trabajar en el muro, ha creado obras en México, Guatemala, Argentina, Colombia y Paraguay. Los murales del edificio de la Lotería Nacional nos dan una narrativa al azar, que involucra a la arquitectura del edificio.









Muralismo y grafiti

Hay muchas paredes pintadas y hay muchos que están pintando paredes. Entre el grafiti y el mural hay muchos kilómetros de distancia y muchos años para llegar al muro. Yo he pasado 35 años en los andamios y toda una vida en el arte para concientizarme qué es el muralismo. No se puede llegar de la noche a la mañana al muro, para eso se necesitan 55 puntos, entre ellos que el muralismo es arquitectura, es cinematografía, es escenografía, es épica, es leyenda, es didáctica, es todo el sentido del humanismo en el arte y es el que puede invitar al espectador. No solamente que vea un muro decorado sino que cuente una historia porque es un relato que se va multiplicando con el paso del espectador. El mural no se puede leer de un solo jalón, hay que verlo muchas veces porque es muy narrativo. El grafiti lo quieren multiplicar las trasnacionales y aventar genios por todas partes. El que tiene un poquito de creatividad ya se siente artista y han aparecido miles de artistas.

Arte humano

Si el arte no le llega al ser humano, entonces para qué hacer arte. ¿Para qué lo hacen? Para quién se escribe la poesía, que es una maravilla del universo, creadora de la palabra. Si no es para un público, entonces la poesía no sirve, la poesía no se puede dejar de escribir. Si el arte no sirve a los humanos, no sirve para nada. Si el muralismo no tiene esa esencia, esa fuerza y ese espíritu creador de llegarle a los seres humanos para contarles su pasado, su presente y vislumbrarles un futuro, tampoco servirá para nada. Por eso el espíritu del mural tiene que ser una obra narrativa. El muralismo es parte de la vida de uno, te entra por las venas, corre por las venas, porque es el espíritu de México a través del arte visual.

Arte social y perseguido

Para llegar a un mural hay que despojarse primero de sí mismo. La conciencia del artista debe despojarse de su egolatría y que no piense: “ese mural es mi obra”. Mis murales no son mi obra. Son la obra de los otros y la idea es que los otros encuentren su mundo, sus ideales y su vida en los muros, por eso es tan público y tan generoso. Ahora sucede que en cualquier parte del planeta quien haga un mural siempre tendrá un referente que es México, a pesar de la persecución y el menosprecio que se hace del muralismo en la actualidad. Incluso de parte del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y de todos los ámbitos culturales de nuestro país hay cierta persecución y cierto menosprecio al mural, porque el mural no puede caer ni caerá nunca en este mundo de arte de rayitas, de entretener para manipular a los ciudadanos. Esa es la parte que no se puede permitir.

El elemento Tierra en El mural del Milenio

Es una obra que nace pensando en lo que le pasa a nuestro país. ¿De qué se compone la Tierra mexicana? ¿Qué ha alimentado la vida de México milenariamente? Nuestros muertos, ese es el pasado, pero también la han alimentado los otros muertos, los que encontraron por ahí hace meses. ¿Quién es la Tierra en el espíritu del mundo prehispánico y qué es la Tierra en el espíritu del mundo actual? Entonces, Tlaltecuhtli, que es el señor y señora de la Tierra, está partido en pedazos. ¿Por qué la Tierra sangra? La Tierra está sangrando sembrada de sus muertos y de su pasado, están cortadas las franjas hasta llegar a la Tierra seca que se quiebra porque ya no hay Agua, porque la naturaleza está negando todo y lo único que queda corriendo son los torrentes de sangre, donde la Madre Tierra está exponiendo permanentemente su mundo para seguir alimentando al pasado, a los muertos, la vida misma, y después poder dar frutos. ¿Por qué del cuerpo de ella, del centro de su corazón, salen esos chorros? Son los gases, el fracking, la Tierra se está partiendo, se está quebrando y arriba lo que hay es maíz. El maíz es nuestro alimento cotidiano. La leyenda dice que somos de maíz.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015