lunes, 12 de diciembre de 2016

Carlos Larracilla

“El arte me salvó del infierno y después se convirtió en mi profesión”
El Sol / Óleo sobre tela / 132 x 132 cm / 2016

CARLOS LARRACILLA 
Por Avelina Lésper

Es autodidacta, el destino lo llevó a la pintura, al dibujo, el arte modificó su vida, fue una catarsis que le dio sentido. 

ARTE Y VIDA
Todas las vidas las modifica el arte, en el caso mi experiencia personal fue el balance que encontró mi cuerpo, la naturalidad con que se movió toda la maraña de problemas que tenía y la terapia vital fue dibujar. No había división, era lo mismo lo que estaba haciendo y lo que yo era a los 16 años. Ése era el momento donde escapaba del infierno en el que creía que estaba, cada mente puede crear su infierno, y a los 16 años estaba en el infierno y la manera que reguló mi cuerpo el peso de esto fue “ponte a dibujar”, es como si una voz me lo hubiera dicho, y lo que dibujaba era mi diario. 

ARTE Y SALVACIÓN
El arte me salvó del infierno y después se convirtió en mi profesión, en mi manera de vivir y en medicina, esto lo hago solo, enfrente del cuadro solamente estamos él y yo y no hay opinión que importe. Cuando lo termino es un brebaje, es un medicina que se va para el mundo, a lo mejor le sirve a uno o a dos, tres personas, no sé, como alguien que hace paraguas sirve para taparte el Sol o la lluvia, a eso me dedico; podrías decir chaman, científico, pintor, da igual, son palabras, la gente ve algo en lo que pinto y es lo que aporto al mundo, es la medicina que a mí me salvó, y la tiro al mundo.

LENGUAJE VITAL
Nunca me interesó representar las cosas tal como son, siempre fui muy simbólico, lleno de cosas que pudieran existir, de cosas absurdas. La pintura es otra realidad, es como la del sueño, cada cosa tiene su cadencia y para mí las cosas debían ser absurdas. Estaba muy alejado del mundo del arte, nunca había ido a una galería, lo que estaba haciendo era una terapia, un escape. Allí no tuve problemas, nunca estuve buscando un estilo, ni buscando si esto era esto o esta etiqueta, si va a tener el sello Larracilla, era simplemente lo que tenía que hacer en ese momento y lo hacía porque nadie salva a nadie.

EL SOL DE CARLOS
La pintura me separó de todos los maestros, me dejó como autodidacta de la vida, de todo. Lo que empecé a encontrar fue ese balance. Esta luz no brillaría sin esta oscuridad, yo no estaría vivo, tú no estarías viva, si muchos otros no se hubieran muerto. Todo está relacionado, todo es un balance y en eso la pintura te va llevando cada momento a vivir el presente, sin el discurso del pensamiento. Es como un ying yang, es el equilibrio entre la luz y la oscuridad; el Sol y el Universo cubriéndolo, y puse un balance, en este círculo, esto gris es la representación del vacío que cubre todo el Universo. Se puede describir de muchas formas, el Tao es algo que penetra todas las cosas, todas esas dualidades, las hace que funcionen, es lo que está presente en todo. Entonces la va a cuidar, es lo  que está abrazando al Universo y el Universo está abrazando al Sol y algunos de esos puntitos somos nosotros. Cuando nosotros estemos muertos, el Sol y la Luna seguirán brillando, y la Tierra girando. Nosotros somos los que estamos agradecidos porque nos están prestando este cuerpo y esta experiencia, todo esto es robado, todo es impermanente.

Sin título (Periódico intervenido) / Acrílico, óleo y tinta china sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2016




La sobrevivencia se abrió con la concentración del dibujo, empezó dibujando con bolígrafo, una experiencia completamente caligráfica, como si estuviera desahogándose, escribiendo un diario. La terrible realidad no fue un punto de partida, fue la irrealidad, el lenguaje simbólico el que abrió un escape y una salvación.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Diana Salazar

“El poder del arte es que no puedes engañarte a ti mismo”

Estación de la Luna Roja / Óleo y acrílico sobre tela / 133.5 x 133.5 cm / 2016

DIANA SALAZAR
Por Avelina Lésper

Su pintura contiene el silencio de la concentración que rompe con la rapidez de la modernidad.  

SER Y DAR
La pintura es una proyección mental directa, podríamos decir que es una radiografía de nuestro interior, objetualizada sobre un bastidor. Es un autorretrato y lo sabes leer, así como un médico sabe leer una radiografía, puedes perfectamente ver el interior de una persona, sí hay especulaciones, siempre hay un juego de espejos con los demás. Dar clases de pintura me sirve para identificarme más a mí misma, el estar en contacto con tantas manifestaciones o reflejos de los jóvenes me ayuda a tener más claro qué es lo que quiero. 

EL VERDADERO SER
Nadie puede hacer lo que otra persona, en el caso de la pintura, es un objeto visible en el cual no se puede engañar, por más que uno quiera decir “yo soy muy intelectual” o “yo soy muy espiritual” o “yo soy racional”, etcétera, al final la magia o el poder del arte es que no puedes engañarte a ti mismo. Sería como negarte, es una práctica en la que te estás corroborando, te estás reconociendo a cada momento, porque nunca terminamos de desarrollarnos, nuestra mente está cambiando en cada momento. 

SER Y ENTORNO
Me gusta mucho este fenómeno de la energía y la dinámica humana que se desarrolla en las grandes ciudades, pero por otro lado, busco estos momentos de aislamiento, de hacerse a un lado de lo vertiginoso y entrar en contemplación, absorción, abstracción. ¿Cómo te opones a esa energía, y evitas no meterte en el vórtice que te drene, que te diluya como individuo? haciéndote a un lado. En las escenas que pinto en metros, en estaciones de tránsito, en lugares comunes, muestro la capacidad que tiene la mente humana de cancelar todo ese ruido que está alrededor e ir hacia el interior, ya sea leyendo, estando en silencio, detener el vértigo y estar en un estado apacible, tranquilo, contemplativo. A partir de ahí nos conocemos, porque no nos vamos a conocer en el dinamismo. La pintura se sale de esta inconsciencia llena de distracciones y te obliga a concentrarte, si no aprendes a aquietar la mente, a silenciarla de todas las distracciones y no te concentras, no puedes pintar.

LA LUNA ROJA DE DIANA SALAZAR
La Luna roja es un fenómeno impresionante, pues no sabes si es el Sol o si es la Luna, busqué en esta indefinición salir de esa imagen mental que todos tenemos de la Luna. Está en un andén, en una escala que no tiene nada que ver con la chica, pero al mismo tiempo ella ni siquiera se da cuenta, está tan concentrada en su actividad, en su lectura, que puede tener el meteorito viniéndosele encima y no pasa nada. Hay muchas relaciones de cosas que me gustan, los viajes, para mí la vida es un viaje, la pintura es un viaje, no solamente los viajes físicos o externos me interesan, sobre todo los viajes internos. La vida artística es el viaje más importante que podía haber emprendido porque la espiritualidad está implícita en la práctica artística, no está separada, como nada en la vida está separado. Es una unidad, una totalidad que se establece en la práctica de la pintura, no te puedes separar, no puede estar tu cuerpo en un lugar y tu mente volando por la Luna. En el sentido del viaje, la pintura es un viaje hacia el interior.

Sin título (Periódico intervenido) / Collage y acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2016




Ha entregado veinte años a enseñar y guiar a los jóvenes en la vida en el arte y en la pintura. Su educación espiritual, la meditación y la constante indagación de su ser son la técnica intangible de su obra. La distancia que establece entre su obra y la de sus alumnos es parte de su disciplina. 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Murales Translúcidos en el INCan


El INCan se viste con arte en sus 70 años
Por Leticia Sánchez Medel

“Nunca antes en México se había comisionado una obra monumental sobre un soporte translúcido. Es la primera vez que se hace”, subrayó Avelina Lésper.

Dos murales translúcidos, los primeros que se diseñan en México para generar un ambiente favorable para la salud, fueron inaugurados en el lobby de la nueva torre de hospitalización del Instituto Nacional de Cancerología (Incan), en el marco de su 70 aniversario.

Esta iniciativa de Avelina Lésper, directora de la Colección MILENIO Arte, es resultado de la colaboración del Grupo MILENIO y la compañía Epson, marca líder a nivel mundial en impresión e imagen digital.

Gracias al apoyo de Epson, las obras Paisaje Rizoma, de Arturo Buitrón, y Códice de vida, de Cristina Sandor, fueron reproducidas sobre vinil y colocadas en los vidrios de las instalaciones del hospital, creándose así dos salas de exhibición: una localizada en la recepción y sala de espera, y la otra en el enorme puente que conecta el edificio principal con la torre vieja de este centro médico.

“Nunca antes en México se había comisionado una obra monumental sobre un soporte translúcido. Es la primera vez que se hace”, subrayó Lésper.

En el acto inaugural, Abelardo Meneses, director general del Incan, recordó que este instituto, “orgullo de México”, fue creado en 1946, y, de acuerdo con sus estatutos, estaba destinado a los pacientes indigentes o económicamente débiles, y excepcionalmente para aquellas personas con mayores recursos. 

También agradeció a Avelina Lésper y a los artistas que, con sus obras, brindarán equilibrio y tranquilidad no solo a los pacientes sino a todos los que laboran en este hospital.

“En el primer nivel, las formas y los colores del Códice de vida se traducen en la recuperación; la gente que ha pasado por los consultorios, que sale de cirugía y que transita por este puente, que ahora está convertido en una sala que llevará el nombre del doctor Alejandro Mohar, encontrará este momento de reflexión”.

Alfredo Cantú, director del Patronato del Incan, a nombre del ingeniero Francisco González, presidente de ese órgano, dijo sentirse orgulloso de que con iniciativas como esta se le pueda dar una esperanza de vida a los pacientes en México.

En su intervención, Mauricio Doce, gerente de Mercadotecnia y Comunicación de Epson para México, indicó que cuando Avelina Lésper les presentó este proyecto inmediatamente se enamoraron de él, sobre todo por su sentido humano.

Por su parte, Arturo Buitrón anunció que, como una forma de apoyar al Incan, donará una obra en encáustica de tres metros, para un muro de la escalera del hospital. A su vez, Cristina Sandro donó las 40 obras pastel, acuarela y acrílico que hizo para ser digitalizadas e impresas en el puente del hospital, con la finalidad de que sean subastadas para obtener recursos para el Incan.

Atmósfera

Cuenta la crítica de arte Avelina Lésper que la primera vez que acudió a esta área del hospital estaba en obra negra, y que el doctor Alejandro Mohar, quien era el director del Incan, tenía la inquietud de que este edificio contara con alguna expresión artística.
“Estudiando el espacio, vi que no había forma de instalar alguna escultura, porque es un hospital con una tráfico muy intenso de personas. Pero era urgente generar una atmósfera de paz, que les dijera a las personas ‘estás entrando en búsqueda de tu salud’. Ya terminado el inmueble, descubrí los enormes ventanales, que son muy fríos, pero que se podrían servir para generar un ambiente de sanación y de paz”.

Para ello convocó a Cristina Sandor y Arturo Buitrón, artistas que han participado en la Colección MILENIO ARTE, quienes, desde su perspectiva, eran los idóneos para tal encomienda.

“Les mostré el proyecto y les pedí que hicieran obra que se pudiera imprimir en vinil y de esta forma se pudieran pegar en los vidrios, para crear unos enormes vitrales, unos murales translúcidos. Ellos desarrollaron sus obras, y tres años después están aquí, para el disfrute del personal y de los pacientes del Incan, como un espacio artístico dedicado a la salud”, concluyó.


 
 

Sala “Alejandro Mohar”
Obra: Códice de Vida
Autor: Cristina Sandor
Políptico en acuarela, acrílico y pastel sobre papel de algodón, reproducido en impresión digital del vinil colocado sobre vidrio / 2016
















Sala “Epson / Arte para la salud”
Paisaje Rizoma
Autor: Arturo Buitrón
Intervención digital efímera impresa en vinil, colocada sobre vidrio (inspirada en grabados de la serie Paisaje rizoma) / 2016