lunes, 5 de diciembre de 2016

Diana Salazar

“El poder del arte es que no puedes engañarte a ti mismo”

Estación de la Luna Roja / Óleo y acrílico sobre tela / 133.5 x 133.5 cm / 2016

DIANA SALAZAR
Por Avelina Lésper

Su pintura contiene el silencio de la concentración que rompe con la rapidez de la modernidad.  

SER Y DAR
La pintura es una proyección mental directa, podríamos decir que es una radiografía de nuestro interior, objetualizada sobre un bastidor. Es un autorretrato y lo sabes leer, así como un médico sabe leer una radiografía, puedes perfectamente ver el interior de una persona, sí hay especulaciones, siempre hay un juego de espejos con los demás. Dar clases de pintura me sirve para identificarme más a mí misma, el estar en contacto con tantas manifestaciones o reflejos de los jóvenes me ayuda a tener más claro qué es lo que quiero. 

EL VERDADERO SER
Nadie puede hacer lo que otra persona, en el caso de la pintura, es un objeto visible en el cual no se puede engañar, por más que uno quiera decir “yo soy muy intelectual” o “yo soy muy espiritual” o “yo soy racional”, etcétera, al final la magia o el poder del arte es que no puedes engañarte a ti mismo. Sería como negarte, es una práctica en la que te estás corroborando, te estás reconociendo a cada momento, porque nunca terminamos de desarrollarnos, nuestra mente está cambiando en cada momento. 

SER Y ENTORNO
Me gusta mucho este fenómeno de la energía y la dinámica humana que se desarrolla en las grandes ciudades, pero por otro lado, busco estos momentos de aislamiento, de hacerse a un lado de lo vertiginoso y entrar en contemplación, absorción, abstracción. ¿Cómo te opones a esa energía, y evitas no meterte en el vórtice que te drene, que te diluya como individuo? haciéndote a un lado. En las escenas que pinto en metros, en estaciones de tránsito, en lugares comunes, muestro la capacidad que tiene la mente humana de cancelar todo ese ruido que está alrededor e ir hacia el interior, ya sea leyendo, estando en silencio, detener el vértigo y estar en un estado apacible, tranquilo, contemplativo. A partir de ahí nos conocemos, porque no nos vamos a conocer en el dinamismo. La pintura se sale de esta inconsciencia llena de distracciones y te obliga a concentrarte, si no aprendes a aquietar la mente, a silenciarla de todas las distracciones y no te concentras, no puedes pintar.

LA LUNA ROJA DE DIANA SALAZAR
La Luna roja es un fenómeno impresionante, pues no sabes si es el Sol o si es la Luna, busqué en esta indefinición salir de esa imagen mental que todos tenemos de la Luna. Está en un andén, en una escala que no tiene nada que ver con la chica, pero al mismo tiempo ella ni siquiera se da cuenta, está tan concentrada en su actividad, en su lectura, que puede tener el meteorito viniéndosele encima y no pasa nada. Hay muchas relaciones de cosas que me gustan, los viajes, para mí la vida es un viaje, la pintura es un viaje, no solamente los viajes físicos o externos me interesan, sobre todo los viajes internos. La vida artística es el viaje más importante que podía haber emprendido porque la espiritualidad está implícita en la práctica artística, no está separada, como nada en la vida está separado. Es una unidad, una totalidad que se establece en la práctica de la pintura, no te puedes separar, no puede estar tu cuerpo en un lugar y tu mente volando por la Luna. En el sentido del viaje, la pintura es un viaje hacia el interior.

Sin título (Periódico intervenido) / Collage y acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2016




Ha entregado veinte años a enseñar y guiar a los jóvenes en la vida en el arte y en la pintura. Su educación espiritual, la meditación y la constante indagación de su ser son la técnica intangible de su obra. La distancia que establece entre su obra y la de sus alumnos es parte de su disciplina. 

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